Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!
Paralizado por el pecado
29 de marzo de 2022
Martes de la Cuarta Semana de Cuaresma
Lecturas para Hoy
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Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. Inmediatamente el hombre se puso bien, tomó su camilla y caminó. Juan 5:8–9
Veamos uno de los claros significados simbólicos de este pasaje anterior. El hombre que Jesús sanó estaba paralizado, no podía caminar ni cuidarse a sí mismo. Otros lo descuidaron mientras se sentaba junto a la piscina, esperando amabilidad y atención. Jesús lo ve y le presta toda su atención. Después de un breve diálogo, Jesús lo cura y le dice que se levante y camine.
Un claro mensaje simbólico es que su parálisis física es una imagen del resultado del pecado en nuestras vidas. Cuando pecamos nos “paralizamos” a nosotros mismos. El pecado tiene graves consecuencias en nuestra vida y la consecuencia más clara es que nos quedamos sin poder levantarnos y luego andar en los caminos de Dios. El pecado grave, especialmente, nos hace impotentes para amar y vivir en verdadera libertad. Nos deja atrapados e incapaces de cuidar de nuestra propia vida espiritual o de los demás de ninguna manera. Es importante ver las consecuencias del pecado. Incluso los pecados menores obstaculizan nuestras habilidades, nos despojan de energía y nos dejan lisiados espiritualmente en un grado u otro.
Espero que sepas esto y no sea una nueva revelación para ti. Pero lo que debe ser nuevo para usted es la admisión honesta de su culpabilidad actual. Debes verte a ti mismo en esta historia. Jesús no sanó a este hombre solo por el bien de este hombre. Lo sanó, en parte, para decirte que te ve en tu estado quebrantado mientras experimentas las consecuencias de tu pecado. Él te ve en necesidad, te mira y te llama a levantarte y caminar. No subestimes la importancia de permitirle a Él realizar una sanidad en tu vida. No os olvidéis de identificar hasta el más mínimo pecado que os impone sus consecuencias. Mire su pecado, permita que Jesús lo vea y escúchelo hablar palabras de sanidad y libertad.
Reflexiona, hoy, sobre este poderoso encuentro que este hombre lisiado tuvo con Jesús. Ponte en escena y sabe que esta sanación también se hace por ti. Si aún no lo has hecho en esta Cuaresma, ve a la Confesión y descubre la curación de Jesús en ese Sacramento. La confesión es la respuesta a la libertad que te espera, especialmente cuando se entra en ella honesta y completamente.
Señor misericordiosísimo, perdóname por mis pecados. Deseo verlos y reconocer las consecuencias que me imponen. Sé que Tú deseas liberarme de estas cargas y sanarlas en la fuente. Señor, dame valor para confesarte mis pecados, especialmente en el Sacramento de la Reconciliación. Jesús, en Ti confío.
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