miércoles, 30 de marzo de 2022

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN Jueves , 31 de marzo del 2022.


PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

Pensamiento bíblico:

Dice la Carta a los Hebreos: «Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote según el rito de Melquisedec» (Heb 5,7-10).

Pensamiento franciscano:

Decía san Francisco: «Bienaventurado el siervo que, cuando habla, no manifiesta todas sus cosas con miras a la recompensa, y no es ligero para hablar, sino que prevé sabiamente lo que debe hablar y responder. ¡Ay de aquel religioso que no guarda en su corazón los bienes que el Señor le muestra, y no los muestra a los otros con obras, sino que, con miras a la recompensa, ansía más bien mostrarlos con palabras! Él recibe su recompensa (cf. Mt 6,2.16), y los oyentes sacan poco fruto» (Adm 21).

Orar con la Iglesia:

Bendigamos a Jesús, nuestro Salvador, que por su muerte nos ha abierto el camino de la salvación, y digámosle confiados: Guíanos por tus senderos, Señor.

-Señor de misericordia, que en el bautismo nos diste una vida nueva, te pedimos que nos hagas cada día más conformes a ti.

-Enséñanos, Señor, a ser alegría para los tristes, los que sufren, y haz que sepamos servirte en cada uno de los necesitados.

-Que procuremos, Señor, hacer lo bueno, lo recto y justo ante ti, y que busquemos tu rostro con humildad y sinceridad de corazón.

-Perdona, Señor, las faltas que hemos cometido contra la unidad y dicha de tu familia, y haz que tengamos un solo corazón y un solo espíritu.

Oración: Señor Dios nuestro, haz que el amor sin medida con que nos enriqueces nos lleve a abandonar la corrupción del hombre viejo, y a revestirnos del Hombre Nuevo, Cristo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

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