sábado, 31 de diciembre de 2022

MARIA MADRE DE DIOS

 

 MARIA MADRE DE DIOS

¡Buenos días, gente buena!

María, Madre de Dios

Evangelio

Lucas 2, 16-21

En aquel tiempo los pastores fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.

Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.

Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.

Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor

Ocho días después de Navidad, el mismo relato de aquella noche: No es fácil entender la Navidad, es una conquista lenta. Nos desconcierta: por el nacimiento, ese nacimiento que se convierte en la noche en una sucesión de voces que relatan una historia increíble. Como para abrumar los ojos. Ha venido el Mesías y está en unos cuantos lienzos, en la ruda paja de un pesebre. Quienes lo buscan en los palacios no lo encuentran.

“Todos los que escuchaban se sorprendían por las cosas contadas por los pastores”. Descubrir el asombro de la fe. Dejarse encantar al menos por una palabra del Señor, asombrarse también por el pesebre y por la Cruz, por este misterio de un Dios que sabe de estrellas y de leche, de infinito y de hogar. Olvidemos la liturgia sin alma que envuelve estos días: regalos, felicitaciones, mensajes reenviados, luces, petardos, para conservar lo que en verdad vale: la capacidad de sorprendernos por la indómita confianza de Dios en el hombre y en esta historia nuestra, bárbara y magnífica, por su comenzar desde los últimos de la fila.

Y aprendamos de María, que “guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón”; de ella que salvaguarda como en un cofre emociones y preguntas, ángeles y establo, un niño caído de una estrella entre sus brazos que busca el infinito perdido y lo encuentra en su pecho; de ella que medita en el corazón hechos y palabras, hasta que no se desenvuelva el hilo de oro que atará todo junto, de ella aprendemos a tomarnos el tiempo y cuidar de nuestros sueños. Con el corazón, con la forma más alta de inteligencia, la que puede poner juntos el pensamiento y el amor.

Y aprendamos la navidad también de los pastores, que no pueden contener para si la alegría y el asombro, como no se puede contener la respiración, sino que regresan cantando y contagian de sonrisas a quien les encuentra, diciendo a todos: ¡ha nacido el Amor!

En este día de felicitaciones, las primeras palabras que nos dirige la escritura son: el Señor habló a Moisés, a Aarón, a sus hijos, y les dijo: Bendecirán a sus hermanos. Lo primero, lo merezcan o no, ustedes los bendecirán.

Dios nos pide aprender a bendecir: hombres e historias, el azul del cielo y la vuelta de los años, el corazón del hombre y el rostro de Dios. Si no aprende a bendecir, el hombre nunca podrá ser feliz.

Bendecir es invocar del cielo una fuerza que haga crecer la vida, y recomenzar y resurgir; significa buscar, encontrar, proclamar el bien que hay en cada hermano. Y continua: El Señor haga brillar para ti su rostro. Descubre que Dios es luminoso, encuentra en el año que viene un Dios solar, rico no de tronos, de leyes, de declaraciones, sino aquel cuyo tabernáculo es un rostro luminoso. Descubre un Dios de los grandes brazos y el corazón de luz.

¡Feliz Año!

¡Feliz Fiesta!

¡Paz y Bien!

Fr. Arturo Ríos Lara, ofm

PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN DÍA 1 DE ENERO


PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN

Pensamiento bíblico:

Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción (Ga 4,4-5).

Pensamiento franciscano:

Salve, Señora, santa Reina, santa Madre de Dios, María, que eres virgen hecha Iglesia, y elegida por el santísimo Padre del cielo, consagrada por Él con su santísimo amado Hijo y el Espíritu Santo Paráclito, en la cual estuvo y está toda la plenitud de la gracia y todo bien (SalVM 1-3).

Orar con la Iglesia:

Con el alma llena de alegría por la maternidad divina de la Virgen María, dirijamos al Padre nuestra oración filial y confiada:

- Por la comunidad eclesial: para que, imitando el ejemplo de María, sea dócil en la escucha de la palabra de Dios.

- Por los creyentes, que nos sentimos también hijos de María: para que acojamos a Cristo en el corazón, como ella, y lo comuniquemos a los hermanos con alegría.

- Por todas las naciones: para que reine cada vez más la paz de Cristo, hijo de María y hermano nuestro.

- Por todos los hombres: para que vivamos el año nuevo, que nos regala la bondad del Padre, como tiempo de gracia, en una adhesión activa y filial a su voluntad.

Oración: Acepta, Señor, nuestras súplicas, por intercesión de santa María, la Madre de tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.



 

El nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz

 



El nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz


Aunque aquella infancia, que la majestad del Hijo de Dios se dignó hacer suya, tuvo como continuación la plenitud de una edad adulta, y, después del triunfo de su pasión y resurrección, todas las acciones de su estado de humildad, que el Señor asumió por nosotros, pertenecen ya al pasado, la festividad de hoy renueva ante nosotros los sagrados comienzos de Jesús, nacido de la Virgen María; de modo que, mientras adoramos el nacimiento de nuestro Salvador, resulta que estamos celebrando nuestro propio comienzo.

Efectivamente, la generación de Cristo es el comienzo del pueblo cristiano, y el nacimiento de la cabeza lo es al mismo tiempo del cuerpo.

Aunque cada uno de los que llama el Señor a formar parte de su pueblo sea llamado en un tiempo determinado y aunque todos los hijos de la Iglesia hayan sido llamados cada uno en días distintos, con todo, la totalidad de fieles, nacida en la fuente bautismal, ha nacido con Cristo en su nacimiento, del mismo modo que ha sido crucificada con Cristo en su pasión, ha sido resucitada en su resurrección y ha sido colocada a la derecha del Padre en su ascensión.

Cualquier hombre que cree -en cualquier parte del mundo-, y se regenera en Cristo, una vez interrumpido el camino de su vieja condición original, pasa a ser un nuevo hombre al renacer; y ya no pertenece a la ascendencia de su padre carnal, sino a la simiente del Salvador, que se hizo precisamente Hijo del hombre, para que nosotros pudiésemos llegar a ser hijos de Dios.

Pues si él no hubiera descendido hasta nosotros revestido de esta humilde condición, nadie hubiera logrado llegar hasta él por sus propios méritos

Por eso, la misma magnitud del beneficio otorgado exige de nosotros una veneración proporcionada a la excelsitud de esta dádiva. Y, como el bienaventurado Apóstol nos enseña, no hemos recibido el espíritu de este mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, a fin de que conozcamos lo que Dios nos ha otorgado; y el mismo Dios sólo acepta como culto piadoso el ofrecimiento de lo que os ha concedido.

Y qué podremos encontrar en el tesoro de la divina largueza tan adecuado al honor de la presente festividad como la paz, lo primero que los ángeles pregonaron en el nacimiento del Señor?

La paz es la que engendra los hijos de Dios, alimenta el amor y origina la unidad, es el descanso de los bienaventurados y la mansión de la eternidad. El fin propio de la paz y su fruto específico consiste en que se unan a Dios los que el mismo Señor separa del mundo.

Que los que no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios, ofrezcan, por tanto, al Padre la concordia que es propia de hijos pacíficos, y que todos los miembros de la adopción converjan hacia el Primogénito de la nueva creación, que vino a cumplir la voluntad del que le enviaba y no la suya: puesto que la gracia del Padre no adoptó como herederos a quienes se hallaban en discordia e incompatibilidad, sino a quienes amaban y sentían lo mismo. Los que han sido reformados de acuerdo con una sola imagen deben ser concordes en el espíritu.

El nacimiento del Señor es el nacimiento de la paz; y así dice el Apóstol: Él es nuestra paz; él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, ya que, tanto los judíos como los gentiles, por su medio podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu.

R/. Ahora, por la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos. Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos, judíos y gentiles, una sola cosa.

San León Magno, papa y doctor de la Iglesia

Sermón en la Natividad del Señor 6,2-3.5

DIRECTORIO FRANCISCANO La Oración de cada día EL ROSARIO, CON LOS MISTERIOS COMENTADOS E ILUSTRADOS

 

Rezo del Santo Rosario

V. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

V. Gloria al Padre...
R. Como era en el principio...

Los misterios que hemos de contemplar son



Lunes y Sábados:
LOS MISTERIOS GOZOSOS

Primer misterio:La Anunciación y Encarnación del Hijo de Dios en las purísimas entrañas de la Virgen María.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

[Al final de cada misterio suele decirse:]
Dios te salve, María, Hija de Dios Padre; Dios te salve, María, Madre de Dios Hijo; Dios te salve María, Esposa del Espíritu Santo. Templo y sagrario de la santísima Trinidad, no permitáis, Señora, que ningún cristiano viva ni muera en pecado mortal ni venial. Amén.

Segundo misterio: La Visitación de María Santísima a su prima Santa Isabel
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Tercer misterio: El nacimiento del Niño Jesús en el pobre y humilde portal de Belén.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Cuarto misterio: La Purificación de la Virgen María y Presentación del Niño Jesús en el Templo.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Quinto misterio: El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Jueves:
LOS MISTERIOS LUMINOSOS

Primer misterio: El bautismo de Jesús en el río Jordán.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Segundo misterio: Jesús y María en las bodas de Caná.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Tercer misterio: Jesús anuncia el Reino de Dios e invita a la conversión.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Cuarto misterio: La transfiguración de Jesús en el monte Tabor.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Quinto misterio: La institución de la Eucaristía.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Martes y Viernes:
LOS MISTERIOS DOLOROSOS

Primer misterio: La oración de Jesús en el huerto de Getsemaní.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Segundo misterio: La flagelación de Jesús, atado a la columna.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Tercer misterio: Jesús es coronado de espinas.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Cuarto misterio: Jesús con la cruz a cuestas, camino del Calvario.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Quinto misterio: La crucifixión y muerte de Jesús.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Miércoles y Domingos:
LOS MISTERIOS GLORIOSOS

Primer misterio: La Resurrección del Señor.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Segundo misterio: La Ascensión del Señor al cielo.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Tercer misterio: La venida del Espíritu Santo sobre el Colegio apostólico.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Cuarto misterio: La Asunción de Nuestra Señora al cielo.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

Quinto misterio: La coronación de la Virgen María como Reina del universo.
Un Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria.

[Terminado el rezo de los misterios correspondientes, suele saludarse a la Virgen en sus "tres purezas" y recitarle la Salve:]

V. Virgen purísima antes del parto.
R. Purifica nuestros pensamientos.
Avemaría

V. Virgen purísima en el parto.
R. Purifica nuestras palabras.
Avemaría

V. Virgen purísima después del parto.
R. Purifica nuestras obras y deseos.
Avemaría

Para más obligar a la Virgen santísima, saludémosla con una "Salve": Dios te salve...

Letanía lauretana

Señor, ten piedad

Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad

Señor, ten piedad

Cristo, óyenos

Cristo, óyenos

Cristo, escúchanos

Cristo, escúchanos

Dios Padre celestial

Ten misericordia de nosotros

Dios Hijo, Redentor del mundo

Ten misericordia de nosotros

Dios Espíritu Santo

Ten misericordia de nosotros

Trinidad Santa, un solo Dios

Ten misericordia de nosotros

Santa María

Ruega por nosotros

Santa Madre de Dios

Ruega por nosotros

Santa Virgen de las vírgenes

Ruega por nosotros

Madre de Cristo

Ruega por nosotros

Madre de la divina gracia

Ruega por nosotros

Madre purísima

Ruega por nosotros

Madre castísima

Ruega por nosotros

Madre virginal

Ruega por nosotros

Madre sin corrupción

Ruega por nosotros

Madre Inmaculada

Ruega por nosotros

Madre amable

Ruega por nosotros

Madre admirable

Ruega por nosotros

Madre del buen consejo

Ruega por nosotros

Madre del Creador

Ruega por nosotros

Madre del Salvador

Ruega por nosotros

Madre de la Iglesia

Ruega por nosotros

Virgen prudentísima

Ruega por nosotros

Virgen digna de veneración

Ruega por nosotros

Virgen digna de alabanza

Ruega por nosotros

Virgen poderosa

Ruega por nosotros

Virgen clemente

Ruega por nosotros

Virgen fiel

Ruega por nosotros

Espejo de justicia

Ruega por nosotros

Trono de sabiduría

Ruega por nosotros

Causa de nuestra alegría

Ruega por nosotros

Vaso espiritual

Ruega por nosotros

Vaso digno de honor

Ruega por nosotros

Vaso insigne de devoción

Ruega por nosotros

Rosa mística

Ruega por nosotros

Torre de David

Ruega por nosotros

Torre de marfil

Ruega por nosotros

Casa de oro

Ruega por nosotros

Arca de la alianza

Ruega por nosotros

Puerta del cielo

Ruega por nosotros

Estrella de la mañana

Ruega por nosotros

Salud de los enfermos

Ruega por nosotros

Refugio de los pecadores

Ruega por nosotros

Consuelo de los afligidos

Ruega por nosotros

Auxilio de los cristianos

Ruega por nosotros

Reina de los ángeles

Ruega por nosotros

Reina de los patriarcas

Ruega por nosotros

Reina de los profetas

Ruega por nosotros

Reina de los apóstoles

Ruega por nosotros

Reina de los mártires

Ruega por nosotros

Reina de los confesores

Ruega por nosotros

Reina de las vírgenes

Ruega por nosotros

Reina de todos los santos

Ruega por nosotros

Reina concebida sin pecado original

Ruega por nosotros

Reina elevada al cielo

Ruega por nosotros

Reina del santo rosario

Ruega por nosotros

Reina de la familia

Ruega por nosotros

Reina de la paz

Ruega por nosotros

Reina de la Orden Franciscana

Ruega por nosotros

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo

Perdónanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo

Escúchanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo

Ten misericordia de nosotros.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

Oremos:

Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos, por su pasión y su cruz, a la gloria de la resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

O bien, cuando se rezan los misterios gozosos:
Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo; y por la intercesión de santa María, la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

O bien, cuando se rezan los misterios luminosos:
Dios todopoderoso y eterno, luz de los que en ti creen, que la tierra se llene de tu gloria y que te reconozcan los pueblos por el esplendor de tu luz. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

O bien, cuando se rezan los misterios dolorosos:
Señor, tú has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

O bien, cuando se rezan los misterios gloriosos:
Oh Dios, que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, has llenado el mundo de alegría, concédenos, por intercesión de su Madre, la Virgen María, llegar a alcanzar los gozos eternos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

V. Ave María Purísima.
R. Sin pecado concebida
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nes » Oraciones al Santísimo Sacramento Oración de San Alfonso María Ligorio.

 


Oración de San Alfonso María Ligorio

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia.
Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.

domingo, 1 de enero de 2023 Santo Evangelio 1 de Enero 2023

 


Texto del Evangelio (Lc 2,16-21):

 En aquel tiempo, los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.



«Los pastores fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre»


Rev. D. Manel VALLS i Serra

(Barcelona, España)

Hoy, la Iglesia contempla agradecida la maternidad de la Madre de Dios, modelo de su propia maternidad para con todos nosotros. Lucas nos presenta el “encuentro” de los pastores “con el Niño”, el cual está acompañado de María, su Madre, y de José. La discreta presencia de José sugiere la importante misión de ser custodio del gran misterio del Hijo de Dios. Todos juntos, pastores, María y José, «con el Niño acostado en el pesebre» (Lc 2,16) son como una imagen preciosa de la Iglesia en adoración.

“El pesebre”: Jesús ya está ahí puesto, en una velada alusión a la Eucaristía. ¡Es María quien lo ha puesto! Lucas habla de un “encuentro”, de un encuentro de los pastores con Jesús. En efecto, sin la experiencia de un “encuentro” personal con el Señor no se da la fe. Sólo este “encuentro”, el cual ha comportado un “ver con los propios ojos”, y en cierta manera un “tocar”, hace capaces a los pastores de llegar a ser testigos de la Buena Nueva, verdaderos evangelizadores que pueden dar «a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel Niño» (Lc 2,17).

Se nos señala aquí un primer fruto del “encuentro” con Cristo: «Todos los que lo oyeron se maravillaban» (Lc 2,18). Hemos de pedir la gracia de saber suscitar este “maravillamiento”, esta admiración en aquellos a quienes anunciamos el Evangelio.

Hay todavía un segundo fruto de este encuentro: «Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto» (Lc 2,20). La adoración del Niño les llena el corazón de entusiasmo por comunicar lo que han visto y oído, y la comunicación de lo que han visto y oído los conduce hasta la plegaria de alabanza y de acción de gracias, a la glorificación del Señor.

María, maestra de contemplación —«guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón» (Lc 2,19)— nos da Jesús, cuyo nombre significa “Dios salva”. Su nombre es también nuestra Paz. ¡Acojamos en el corazón este sagrado y dulcísimo Nombre y tengámoslo frecuentemente en nuestros labios!

Liturgia de las horas P. Paco Rebollo SIERVOS DEL DIVINO AMOR. OFICIO DE LECTURA, LAUDES, HORAS INTERMEDIAS, VÍSPERAS Y COMPLETAS. 1 DE ENERO DOMINGO DE LA OCTAVA DE NAVIDAD SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

 



De la solemnidad. Jornada mundial se la paz. Día de Precepto

 

SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS. (SOLEMNIDAD)

 

OFICIO DE LECTURA

 

INVITATORIO

 

Si ésta es la primera oración del día:

 

V. Señor abre mis labios

R. Y mi boca proclamará tu alabanza

 

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:

 

Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

 

 

Salmo 94 INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

 

Venid, aclamemos al Señor,

demos vítores a la Roca que nos salva;

entremos a su presencia dándole gracias,

aclamándolo con cantos.

 

Porque el Señor es un Dios grande,

soberano de todos los dioses:

tiene en su mano las simas de la tierra,

son suyas las cumbres de los montes;

suyo es el mar, porque él lo hizo,

la tierra firme que modelaron sus manos.

 

Venid, postrémonos por tierra,

bendiciendo al Señor, creador nuestro.

Porque él es nuestro Dios,

y nosotros su pueblo,

el rebaño que él guía.

 

Ojalá escuchéis hoy su voz:

«No endurezcáis el corazón como en Meribá,

como el día de Masá en el desierto;

cuando vuestros padres me pusieron a prueba

y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.

 

Durante cuarenta años

aquella generación me repugnó, y dije:

Es un pueblo de corazón extraviado,

que no reconoce mi camino;

por eso he jurado en mi cólera

que no entrarán en mi descanso»

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

 

Ant. Celebremos la maternidad de santa María Virgen y adoremos a su Hijo Jesucristo, el Señor.

 

 

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:

 

V. Dios mío, ven en mi auxilio

R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

 

 

Himno: DE LA RAÍZ DE JESÉ

 

De la raíz de Jesé

dio la vara bella flor,

fecundo parto ha tenido

sin mengua de su pudor.

 

Feliz recibe el pesebre

a quien la luz fabricó,

con el Padre hizo los cielos

y está entre pañales hoy.

 

Al mundo le ha dado leyes

y diez esas leyes son,

y al hacerse hombre no quiso

romper la ley, la cumplió.

 

Ha nacido ya la luz,

muere la muerte, y huyó

la noche, venid, oh pueblos,

que María trajo a Dios.

 

A ti, Jesús, de la Virgen

nacido, gloria y honor,

con el Padre y el Paráclito,

sempiterna adoración. Amén.

 

SALMODIA