¿Sabes qué es el “Te Deum”? – ¿Por qué se reza al finalizar el año?
Te Deum – Una antiquísima oración cristiana
El “Te Deum” (“A Ti, Oh Dios“) es un antiquísimo himno cristiano de alabanza y acción de gracias a Dios. Actualmente el Papa lo reza solemnemente cada 31 de diciembre, para dar gracias a Dios por el año que termina. También se canta en las grandes solemnidades.
Suele ser entonado en momentos de celebración. El himno continúa siendo regularmente utilizado por la Iglesia católica, en el Oficio de las Lecturas encuadrado en la Liturgia de las Horas. También se suele entonar en las misas celebradas en ocasiones especiales como en las ceremonias de canonización, la ordenación de presbíteros y proclamaciones reales.
Los cardenales lo entonan tras la elección de un papa. Posteriormente, los fieles de todo el mundo para agradecer por el nuevo papa, lo cantan en las catedrales.
Compuesto originalmente en latín, el nombre se debe a que así empieza su primer verso. Se suele denominar también “Himno Ambrosiano” pues, según una leyenda, lo compusieron en común San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona: en el año 387, cuando San Agustín recibió el bautismo de manos de San Ambrosio, este último, movido por el Espíritu Santo, improvisó el himno y Agustín iba respondiendo a sus versos. Empero, estudios recientes han verificado que el Te Deum en realidad fue escrito en el siglo IV por Aniceto de Remesiana.
Por tanto, su origen se remonta probablemente a la primera mitad del siglo IV. En su forma actual se encuentra por primera vez en el “Antiphonarium Benchorense” de Bangor (Irlanda del Norte), que se debe fechar alrededor del año 690. Desde el siglo IX, se han conocido también diversas traducciones.
Muchos compositores (Haydn, Mozart, Berlioz) le han puesto música.
En latín:
Te Deum laudamus: te Dominum confitemur.
Te æternum Patrem omnis terra veneratur.
Tibi omnes Angeli; tibi cæli et universæ Potestates;
Tibi Cherubim et Seraphim incessabili voce proclamant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt cæli et terra maiestatis gloriæ tuæ
Te gloriosus Apostolorum chorus,
Te Prophetarum laudabilis numerus,
Te Martyrum candidatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia,
Patrem immensæ maiestatis:
Venerandum tuum verum et unicum Filium;
Sanctum quoque Paraclitum Spiritum.
Tu Rex gloriae, Christe.
Tu Patris sempiternus es Filius.
Tu ad liberandum suscepturus hominem,
non horruisti Virginis uterum.
Tu, devicto mortis aculeo,
aperuisti credentibus regna caelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris.
Iudex crederis esse venturus.
Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni:
quos pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari.
(Posteriormente se añadió esta parte, con fragmentos de Salmos:)
Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuae.
Et rege eos, et extolle illos usque in aeternum.
Per singulos dies benedicimus te;
Et laudamus Nomen tuum in saeculum, et in saeculum saeculi.
Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire.
Miserere nostri Domine,
miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos,
quemadmodum speravimus in te.
In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum.
En español
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
Te Deum – Una antiquísima oración cristiana
El “Te Deum” (“A Ti, Oh Dios“) es un antiquísimo himno cristiano de alabanza y acción de gracias a Dios. Actualmente el Papa lo reza solemnemente cada 31 de diciembre, para dar gracias a Dios por el año que termina. También se canta en las grandes solemnidades.
Suele ser entonado en momentos de celebración. El himno continúa siendo regularmente utilizado por la Iglesia católica, en el Oficio de las Lecturas encuadrado en la Liturgia de las Horas. También se suele entonar en las misas celebradas en ocasiones especiales como en las ceremonias de canonización, la ordenación de presbíteros y proclamaciones reales.
Los cardenales lo entonan tras la elección de un papa. Posteriormente, los fieles de todo el mundo para agradecer por el nuevo papa, lo cantan en las catedrales.
Compuesto originalmente en latín, el nombre se debe a que así empieza su primer verso. Se suele denominar también “Himno Ambrosiano” pues, según una leyenda, lo compusieron en común San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona: en el año 387, cuando San Agustín recibió el bautismo de manos de San Ambrosio, este último, movido por el Espíritu Santo, improvisó el himno y Agustín iba respondiendo a sus versos. Empero, estudios recientes han verificado que el Te Deum en realidad fue escrito en el siglo IV por Aniceto de Remesiana.
Por tanto, su origen se remonta probablemente a la primera mitad del siglo IV. En su forma actual se encuentra por primera vez en el “Antiphonarium Benchorense” de Bangor (Irlanda del Norte), que se debe fechar alrededor del año 690. Desde el siglo IX, se han conocido también diversas traducciones.
Muchos compositores (Haydn, Mozart, Berlioz) le han puesto música.
En latín:
Te Deum laudamus: te Dominum confitemur.
Te æternum Patrem omnis terra veneratur.
Tibi omnes Angeli; tibi cæli et universæ Potestates;
Tibi Cherubim et Seraphim incessabili voce proclamant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus, Dominus Deus Sabaoth.
Pleni sunt cæli et terra maiestatis gloriæ tuæ
Te gloriosus Apostolorum chorus,
Te Prophetarum laudabilis numerus,
Te Martyrum candidatus laudat exercitus.
Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia,
Patrem immensæ maiestatis:
Venerandum tuum verum et unicum Filium;
Sanctum quoque Paraclitum Spiritum.
Tu Rex gloriae, Christe.
Tu Patris sempiternus es Filius.
Tu ad liberandum suscepturus hominem,
non horruisti Virginis uterum.
Tu, devicto mortis aculeo,
aperuisti credentibus regna caelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes, in gloria Patris.
Iudex crederis esse venturus.
Te ergo quaesumus, tuis famulis subveni:
quos pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac cum sanctis tuis in gloria numerari.
(Posteriormente se añadió esta parte, con fragmentos de Salmos:)
Salvum fac populum tuum, Domine, et benedic hereditati tuae.
Et rege eos, et extolle illos usque in aeternum.
Per singulos dies benedicimus te;
Et laudamus Nomen tuum in saeculum, et in saeculum saeculi.
Dignare, Domine, die isto sine peccato nos custodire.
Miserere nostri Domine,
miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos,
quemadmodum speravimus in te.
In te, Domine, speravi: non confundar in aeternum.
En español
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos, los cielos
y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios de los ejércitos.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza el glorioso coro de los apóstoles,
la multitud admirable de los profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra,te aclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el Reino de los Cielos.
Tú sentado a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día has de venir como juez.
Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
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