Domingo cuarto de Cuaresma, Año C (27 marzo 2022)
De Corazón a corazón: Jos 5,9-12 ("Hoy os he quitado de encima el oprobio de Egipto… Celebraron allí la Pascua"); 2Cor 5,17-21 ("El que está en Cristo es una nueva criatura… le hizo pecado por nosotros"); Lc 15,1-3.11-32 (Hijo pródigo: "Estando él todavía lejos, le vio su padre… y conmovido, corrió… y le besó")
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Todos los detalles de la parábola del hijo pródigo están elaborados en el Corazón de Jesús, pensando en cada uno de nosotros: lo dije por ti, porque te amo, para salvarte a ti y a todos. Por esto la parábola es siempre nueva. La “compasión” del Padre es como ternura materna. El cariño con que el Padre dice “mi hijo”, es como cuando en el bautismo y en el Tabor, el Padre dijo a Jesús: “mi Hijo amado”. El enigma es siempre el del hijo mayor, como exponente de todos los vericuetos egoístas que anidan en el corazón humano y en cada época histórica (también en la nuestra).
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: En Cristo, ya somos hijos en el Hijo, “nueva creación”, fruto de su “Pascua”. Basta con dar el primer paso, con Él, para escuchar los latidos del corazón “materno” de Dios, que se reflejan en el amor materno y misericordioso de María. Y éste es el encargo que ella recibió: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19,26; nosotros en Él).
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