365 Días con Santa Faustina
Reflexión 83: Orad siempre
Orar “siempre” puede parecer una tarea imposible. ¿Es realmente posible hacerlo? ¿Dios siquiera espera esto de nosotros? Ciertamente lo es y Él ciertamente lo hace. No, no seremos llamados a pasar todo el día, todos los días, en la iglesia en oración. Ni siquiera los llamados a la vida monástica de clausura lo hacen. Pero orar siempre es un deber. Simplemente significa que hemos desarrollado tal hábito de cercanía a Dios que nuestros corazones están siempre con Él. Estamos siempre atentos a Su presencia y siempre en comunión con Su gracia. Si formamos este amor interior a Dios, estaremos orando siempre (Ver Diario #346).
Piensa en tu día. ¿Qué ocupa tu mente y tu corazón la mayor parte del tiempo? ¿Pasas demasiado tiempo soñando despierto con cosas que no tienen nada que ver con nuestro Señor y el plan que tiene para ti? Trabaja en establecer un hábito de oración. Oren profunda y sinceramente en varios momentos del día prestando a la oración toda su atención. Y luego, a lo largo del día, trata de dejar que esos momentos de oración te sostengan y permanezcan contigo, sosteniéndote en todo lo que hagas.
Señor, ayúdame a saber orar. Inculca en mí un profundo hábito de oración. Ayúdame a tomar momentos regularmente, cada día, cuando todo lo que hago sea concentrarme en Ti, buscándote. Y ayúdame a traer esos momentos a todo lo que hago para que mi mente y mi corazón estén siempre en comunión contigo. Señor mío, te amo, ayúdame a amarte más. Jesús, en Ti confío.
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