Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 Días con Santa Faustina
Reflexión 54: Orar por los demás
Es fácil suponer que todos los que conocemos irán al cielo. Esta, por supuesto, debe ser nuestra esperanza. Pero si se quiere llegar al Cielo, debe haber una verdadera conversión interior. Cada persona que entra en el Cielo lo hace por una decisión personal de entregar su vida a Cristo y de apartarse del pecado. ¿Cómo ayudamos a quienes nos rodean en este viaje? Lo más importante que podemos hacer es orar por ellos. A veces, orar por otro puede parecer inútil e improductivo. Es posible que no veamos ningún resultado inmediato y concluyamos que orar por ellos es una pérdida de tiempo. Pero no te dejes caer en esa trampa. Orar por aquellos a quienes Dios ha puesto en tu vida es el mayor acto de Misericordia que puedes mostrarles. Y su oración en realidad puede ser la clave para su salvación eterna (Ver Diario #150).
Piensa en aquellos a quienes Dios ha puesto en tu vida. Ya sean familiares, amigos, compañeros de trabajo o simples conocidos, tienes el deber de orar por ellos. Tu oración diaria por los que te rodean es un acto de Misericordia que se puede ejercer fácilmente. Recuerda a aquellos en tu vida que pueden estar en mayor necesidad de oración hoy y haz una pausa para ofrecérselos a Dios. Al hacerlo, Dios derramará su gracia sobre ellos y también recompensará tu propia alma por este acto de generosidad.
Señor, en este momento te ofrezco a todos aquellos que más necesitan de Tu Divina Misericordia. Oro por mi familia, amigos y por todos aquellos que has puesto en mi vida. Oro por los que me han hecho daño y por los que no tienen a nadie que ore por ellos. Señor, oro especialmente por (menciona una o más personas que te vengan a la mente). Llena a este hijo tuyo con abundancia de Misericordia y ayúdalo en el camino de la santidad. Jesús, en Ti confío
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