PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
El último día de la fiesta, Jesús en pie gritaba: «El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí que beba. De sus entrañas manarán torrentes de agua viva». Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él (Jn 7,37-39).
Pensamiento franciscano:
Del Testamento de san Francisco: «El Señor me dio el comenzar a hacer penitencia... Y el Señor mismo me condujo entre los leprosos... Y el Señor me dio una tal fe en las iglesias, que así sencillamente oraba y decía: Te adoramos, Señor Jesucristo... Después, el Señor me dio y me da tanta fe en los sacerdotes que viven según la forma de la santa Iglesia Romana... Y después que el Señor me dio hermanos, nadie me ensañaba qué debería hacer, sino que el Altísimo mismo me reveló que debería vivir según la forma del santo Evangelio... El Señor me reveló que dijésemos el saludo: El Señor te dé la paz» (Test 1.2.4.5.6.14.23).
Orar con la Iglesia:
Mientras avanzamos en el cumplimiento pleno de la voluntad del Padre, elevemos a Él nuestras súplicas, por intercesión de María.
-Para que el Padre, que hizo de María la discípula y madre de la Palabra, conceda a toda la Iglesia el espíritu de escucha para obedecer a cada señal de su voluntad.
-Para que nos conceda, a ejemplo y por intercesión de la Virgen, un corazón grande para compartir las angustias y necesidades del todo hombre.
-Para que sostenga con su fuerza a cuantos viven en el sufrimiento, la enfermedad, la soledad.
-Para que en la Cuaresma sepamos acoger con sincera voluntad de conversión la palabra de Dios, que nos interpela cada día.
Oración: Padre omnipotente, que en este tiempo favorable nos llamas a la conversión; haz que, a imitación de María, experimentemos la dicha de ser discípulos de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
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