Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!
Dando buenos frutos
27 de febrero de 2022
Octavo Domingo del Tiempo Ordinario, Año C
Lecturas para Hoy
“Un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da frutos buenos”. Lucas 6:43
Por el contrario, debe decirse que un buen árbol da buenos frutos. Este debe ser nuestro objetivo. Al decir que “un buen árbol no da frutos podridos”, Jesús nos está enseñando el efecto sobrenatural de vivir una vida santa. Cuando vivimos una vida cimentada en Cristo, el efecto será que de nuestra vida nacerá buen fruto. Este es un principio espiritual importante de entender.
Con suerte, todos queremos vivir una buena vida. Todos queremos marcar una diferencia en nuestro mundo y en la vida de los demás para el bien. Pero la pregunta fundamental que debemos hacernos es ¿cómo hacemos esto? La respuesta es que no se trata tanto de elegir las buenas acciones que hacemos; más bien, en un nivel más básico y fundamental, debemos elegir vivir una vida cimentada en Cristo, convirtiéndonos así en un “buen árbol”.
Si desea dar buenos frutos y marcar una diferencia santa y positiva en el mundo, entonces debe hacer una cosa primordial. Trabaja en llegar a ser santo. Para usar la imagen que da Jesús, mírate a ti mismo como un árbol plantado en la tierra. Vea sus raíces extendiéndose a lo largo y ancho. Mírate a ti mismo nutriéndote y disfrutando del sol. Y mírate a ti mismo creciendo y floreciendo.
Esta es la vida de la gracia y el efecto es que el buen fruto sale automáticamente. La vida de gracia se logra enfocándose en su propia salud y bienestar espiritual. Te conviertes en este “buen árbol” haciendo bien lo básico. Primero, oren, oren bien y oren mucho. Deja que tu vida se centre en la oración. Segundo, aprende tu fe. Escuche los Evangelios, aprenda todo lo que Dios ha revelado a través de la Iglesia, lea las enseñanzas de los santos y aprenda de otras personas santas. Tercero, vivir una buena vida sacramental. Vayan a Misa, celebren el Sacramento de la Reconciliación, entiendan la gracia de su Bautismo, Confirmación, Matrimonio, Ordenación, etc. Sepan que los Sacramentos los nutren de manera poderosa y abracen ese alimento con todo su corazón.
Reflexionad hoy sobre la importante misión que se os ha encomendado de ir adelante y dar abundancia de buenos frutos en nuestro mundo. Esta misión sólo puede realizarse como resultado de una vida de santidad. Esta santidad sólo se logra cuando vuestras raíces están firmemente arraigadas en la vida de la gracia. Abraza esta vida de gracia a través de los muchos medios que Dios ha puesto delante de ti, y sabe que el compromiso que haces con la santidad traerá salud no solo a tu propia alma, sino también a las almas de aquellos a quienes Dios tocará a través de ti.
Señor, te amo y te doy mi vida. Oro para que pueda ser plantado en la tierra fértil de Tu abundante amor y misericordia. Ayúdame a ser nutrido por la vida de gracia que Tú me has prodigado y, a medida que crezca en santidad, trae abundancia de buenos frutos en mi vida. Jesús, en Ti confío.
¡Mi vida católica!
Dando buenos frutos
27 de febrero de 2022
Octavo Domingo del Tiempo Ordinario, Año C
Lecturas para Hoy
“Un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da frutos buenos”. Lucas 6:43
Por el contrario, debe decirse que un buen árbol da buenos frutos. Este debe ser nuestro objetivo. Al decir que “un buen árbol no da frutos podridos”, Jesús nos está enseñando el efecto sobrenatural de vivir una vida santa. Cuando vivimos una vida cimentada en Cristo, el efecto será que de nuestra vida nacerá buen fruto. Este es un principio espiritual importante de entender.
Con suerte, todos queremos vivir una buena vida. Todos queremos marcar una diferencia en nuestro mundo y en la vida de los demás para el bien. Pero la pregunta fundamental que debemos hacernos es ¿cómo hacemos esto? La respuesta es que no se trata tanto de elegir las buenas acciones que hacemos; más bien, en un nivel más básico y fundamental, debemos elegir vivir una vida cimentada en Cristo, convirtiéndonos así en un “buen árbol”.
Si desea dar buenos frutos y marcar una diferencia santa y positiva en el mundo, entonces debe hacer una cosa primordial. Trabaja en llegar a ser santo. Para usar la imagen que da Jesús, mírate a ti mismo como un árbol plantado en la tierra. Vea sus raíces extendiéndose a lo largo y ancho. Mírate a ti mismo nutriéndote y disfrutando del sol. Y mírate a ti mismo creciendo y floreciendo.
Esta es la vida de la gracia y el efecto es que el buen fruto sale automáticamente. La vida de gracia se logra enfocándose en su propia salud y bienestar espiritual. Te conviertes en este “buen árbol” haciendo bien lo básico. Primero, oren, oren bien y oren mucho. Deja que tu vida se centre en la oración. Segundo, aprende tu fe. Escuche los Evangelios, aprenda todo lo que Dios ha revelado a través de la Iglesia, lea las enseñanzas de los santos y aprenda de otras personas santas. Tercero, vivir una buena vida sacramental. Vayan a Misa, celebren el Sacramento de la Reconciliación, entiendan la gracia de su Bautismo, Confirmación, Matrimonio, Ordenación, etc. Sepan que los Sacramentos los nutren de manera poderosa y abracen ese alimento con todo su corazón.
Reflexionad hoy sobre la importante misión que se os ha encomendado de ir adelante y dar abundancia de buenos frutos en nuestro mundo. Esta misión sólo puede realizarse como resultado de una vida de santidad. Esta santidad sólo se logra cuando vuestras raíces están firmemente arraigadas en la vida de la gracia. Abraza esta vida de gracia a través de los muchos medios que Dios ha puesto delante de ti, y sabe que el compromiso que haces con la santidad traerá salud no solo a tu propia alma, sino también a las almas de aquellos a quienes Dios tocará a través de ti.
Señor, te amo y te doy mi vida. Oro para que pueda ser plantado en la tierra fértil de Tu abundante amor y misericordia. Ayúdame a ser nutrido por la vida de gracia que Tú me has prodigado y, a medida que crezca en santidad, trae abundancia de buenos frutos en mi vida. Jesús, en Ti confío.
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