S. Pedro y S. Pablo Apóstoles (29 junio 2022)
De Corazón a corazón: Hech 12,1-11 (“Pedro en la cárcel… la Iglesia oraba insistentemente por él”); 2Tm 4,6-8.17-18 (Pablo: “Estoy a punto de ser derramado en libación”); Mt 16,13-19 (“Tú eres el Cristo… Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: “Pedro” es el barro convertido en piedra, como punto de referencia y de garantía de la comunión eclesial. Pablo es el heraldo apasionado de Cristo, más allá de las fronteras de la fe. Seguir a Cristo comporta participar en su misma suerte de ser testigo del Amor con la propia vida donada. Acompañando a Cristo, se recibe el premio de compartir su misma cruz, de camino hacia la glorificación. Hay una armonía (“comunión”) entre todos los que de verdad creen en Jesús: Por el hecho de estar unidos a quien “preside la caridad universal”, se experimenta el gozo de formar parte de una misma familia de hermanos en Cristo, hijos del mismo Padre, con una misma fe y un mismo Espíritu de Amor. Sin esta actitud filial respecto al Papa, no existe el verdadero amor a la Iglesia.
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: Santa Catalina de Siena llamaba al Papa: “El dulce Cristo de la tierra”. Al apoyarnos vivencialmente en esta “piedra” (Pedro), tenemos la garantía de estar unidos a la “piedra angular” que es Cristo. Esta unidad de “comunión” se fragua siempre en sintonía de oración “con María la Madre de Jesús” (Hch 1,14)
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