Ante Jesús Sacramentado.
Oh amabilísimo Señor, estoy aquí presente delante de ti con una viva fe y una particular confianza ya que tú con tanto amor te has acercado a mí y te has dado a mí totalmente en modo admirable. ¿Qué cosa no puedo y no debo esperar de tu bondad?
Sí, yo espero, y lo espero sin duda, que habiéndote donado totalmente a mí en este sacramento por mi salvación, por mi proyecto espiritual, por mi perseverancia en la virtud y en la perfección cristiana, tú no me negarás nada de lo que necesitaré y podrá contribuir a mi satisfacción.
Espero que como Mediador, Sacerdote y Victima, por medio de quien podemos entrar en presencia del Padre Eterno, Tú, me reconcilies con Él, a quien he ofendido tantas veces y en modo grave.
Espero que Tú, como Pan bajado del cielo, vivo y vivificante, nutriéndome de tu Carne y de tu Sangre, me transformarás todo en ti, reinarás en mí, y según tu promesa, abras cuidado que yo en el futuro no viva sino por ti, así como tú no vives sino por tu Padre Eterno.
Finalmente, espero que Tú como gran médico que encarnándote has venido al mundo, donde aún habitas para la sanación de nuestros males, te dignaras concederme, por medio de tu sacrificio y de tu sacramento, la virtud de tus sufrimientos, de tus languideces y de tus llagas. De esta tu Eucaristía es monumento, así como es expresión real de las cicatrices que conse4rvas aún en medio de la gloria, para fortalecer mi alma y mi cuerpo: Haz, oh mi gran Jesús que esta virtud divina venga todavía sobre todas las potencias de mi alma y en todas las facultades de mi cuerpo: en mi intelecto para fortalecer y acrecentar mi fe; en mi corazón para separarlo de todas tus criaturas y para inflamarlo con tu santo Amor; para reprimir los movimientos de mis malas pasiones y para someterlas a las leyes de la razón y de tu gracia.
Venga finalmente sobre todos mis sentidos y sobre todos los miembros de mi cuerpo, para anonadar en él las rebeldías y los malos deseos.
OH señor, si tú quiere, puedes purificarme y sanarme de todos mis males por medio de este divino Misterio. Yo lo espero de tu infinita bondad y misericordia y por lo pronto invito a todo el mundo a alabarte, adorarte, agradecerte en cada momento en el Santísimo y Divinísimo Sacramento
Amén
Oh amabilísimo Señor, estoy aquí presente delante de ti con una viva fe y una particular confianza ya que tú con tanto amor te has acercado a mí y te has dado a mí totalmente en modo admirable. ¿Qué cosa no puedo y no debo esperar de tu bondad?
Sí, yo espero, y lo espero sin duda, que habiéndote donado totalmente a mí en este sacramento por mi salvación, por mi proyecto espiritual, por mi perseverancia en la virtud y en la perfección cristiana, tú no me negarás nada de lo que necesitaré y podrá contribuir a mi satisfacción.
Espero que como Mediador, Sacerdote y Victima, por medio de quien podemos entrar en presencia del Padre Eterno, Tú, me reconcilies con Él, a quien he ofendido tantas veces y en modo grave.
Espero que Tú, como Pan bajado del cielo, vivo y vivificante, nutriéndome de tu Carne y de tu Sangre, me transformarás todo en ti, reinarás en mí, y según tu promesa, abras cuidado que yo en el futuro no viva sino por ti, así como tú no vives sino por tu Padre Eterno.
Finalmente, espero que Tú como gran médico que encarnándote has venido al mundo, donde aún habitas para la sanación de nuestros males, te dignaras concederme, por medio de tu sacrificio y de tu sacramento, la virtud de tus sufrimientos, de tus languideces y de tus llagas. De esta tu Eucaristía es monumento, así como es expresión real de las cicatrices que conse4rvas aún en medio de la gloria, para fortalecer mi alma y mi cuerpo: Haz, oh mi gran Jesús que esta virtud divina venga todavía sobre todas las potencias de mi alma y en todas las facultades de mi cuerpo: en mi intelecto para fortalecer y acrecentar mi fe; en mi corazón para separarlo de todas tus criaturas y para inflamarlo con tu santo Amor; para reprimir los movimientos de mis malas pasiones y para someterlas a las leyes de la razón y de tu gracia.
Venga finalmente sobre todos mis sentidos y sobre todos los miembros de mi cuerpo, para anonadar en él las rebeldías y los malos deseos.
OH señor, si tú quiere, puedes purificarme y sanarme de todos mis males por medio de este divino Misterio. Yo lo espero de tu infinita bondad y misericordia y por lo pronto invito a todo el mundo a alabarte, adorarte, agradecerte en cada momento en el Santísimo y Divinísimo Sacramento
Amén
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