EL CULTO AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
CARTA DEL PAPA BENEDICTO XVI
En el 50 Aniversario de la Encíclica «Haurietis aquas»
Introducción
Las palabras del profeta Isaías, «sacaréis agua con gozo de los hontanares de salvación» (Isaías 12, 3), que dan inicio a la encíclica con la que Pío XII recordaba el primer centenario de la extensión a toda la Iglesia de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, no han perdido nada de su significado hoy, cincuenta años después. Al promover el culto al Corazón de Jesús, la encíclica «Haurietis aquas» exhortaba a los creyentes a abrirse al misterio de Dios y de Su Amor, dejándose transformar por Él. Cincuenta años después, sigue en pie la tarea siempre actual de los cristianos de continuar profundizando en su relación con el Corazón de Jesús para reavivar en sí mismos la fe en el Amor salvífico de Dios, acogiéndolo cada vez mejor en su propia vida.
El Costado traspasado del Redentor es el Manantial al que nos invita a acudir la encíclica «Haurietis aquas»: debemos recurrir a este Manantial para alcanzar el verdadero conocimiento de Jesucristo y experimentar más a fondo Su Amor. De este modo, podremos comprender mejor qué significa conocer en Jesucristo el Amor de Dios, experimentarlo, manteniendo la mirada en Él, hasta vivir completamente de la experiencia de Su Amor, para poderlo testimoniar después a los demás. De hecho, retomando una expresión de mi venerado predecesor, Juan Pablo II, «junto al Corazón de Cristo, el corazón humano aprende a conocer el auténtico y único sentido de la vida y de su propio destino, a comprender el valor de una vida auténticamente cristiana, a permanecer alejado de ciertas perversiones del corazón, a unir el amor filial a Dios con el amor al prójimo. De este modo -y ésta es la verdadera reparación exigida por el Corazón del Salvador- sobre las ruinas acumuladas por el odio y la violencia podrá edificarse la civilización del Corazón de Cristo» («Insegnamenti», vol. IX/2, 1986, p. 843).
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