miércoles, 26 de enero de 2022

Sembrando la Palabra de Dios... a pesar de los resultados 26 de enero de 2022 Miércoles de la III semana del Tiempo ordinario

 



Reflexiones Católicas Diarias
¡Mi vida católica!

Sembrando la Palabra de Dios... a pesar de los resultados
26 de enero de 2022
Miércoles de la III semana del Tiempo ordinario
Lecturas para hoy

Santos Timoteo y Tito, obispos—Memoria

"¡Escucha esto! El sembrador salió a sembrar." Marcos 4:3

Esta línea comienza la parábola familiar del sembrador. Somos conscientes de los detalles de esta parábola en que el sembrador siembra la semilla en el camino, en terreno pedregoso, entre espinos y finalmente en buena tierra. La historia revela que debemos esforzarnos por ser como esa “buena tierra” en la que debemos recibir la Palabra de Dios en nuestras almas, permitiéndole nutrirse para que crezca en abundancia.

Pero esta parábola revela algo más que fácilmente podría pasarse por alto. Revela el simple hecho de que el sembrador, para plantar al menos alguna semilla en tierra buena y fértil, debe actuar. Debe actuar yendo y esparciendo semillas en abundancia. Mientras hace esto, no debe desanimarse si la mayoría de la semilla que ha sembrado no llega a esa buena tierra. El camino, el terreno pedregoso y el terreno espinoso son todos lugares donde la semilla se siembra pero finalmente muere. Solo uno de los cuatro lugares identificados en esta parábola produce crecimiento.

Jesús es el Divino Sembrador y Su Palabra es la Semilla. Por lo tanto, debemos darnos cuenta de que también estamos llamados a actuar en Su persona, sembrando la semilla de Su Palabra en nuestras propias vidas. Así como Él está dispuesto a sembrar sabiendo que no toda semilla producirá fruto, nosotros también debemos estar listos y dispuestos a aceptar este mismo hecho.

La verdad es que, muy a menudo, el trabajo que ofrecemos a Dios para la edificación de su Reino, al final, produce poco o ningún fruto manifiesto. Los corazones se endurecen y el bien que hacemos, o la Palabra que compartimos, no crece.

Una lección que debemos sacar de esta parábola es que la difusión del Evangelio requiere esfuerzo y compromiso de nuestra parte. Debemos estar dispuestos a esforzarnos y trabajar por el Evangelio a pesar de que las personas estén o no dispuestas a recibirlo. Y no debemos permitirnos desanimarnos si los resultados no son los que esperábamos.

Reflexiona hoy sobre la misión que Cristo te ha encomendado de difundir su Palabra. Di “Sí” a esa misión y luego busca formas, todos los días, de sembrar Su Palabra. Espera que mucho del esfuerzo que das desafortunadamente rinda pocos frutos de manera manifiesta. Sin embargo, tengan profunda esperanza y confianza en el hecho de que algo de esa semilla llegará a la tierra que nuestro Señor desea que alcance. Comprométete con la siembra; Dios se preocupará por el resto.

Mi divino Sembrador, me pongo a tu disposición para el propósito del Evangelio. Prometo servirte todos los días y me comprometo a ser sembrador de tu divina Palabra. Ayúdame a no centrarme demasiado en los resultados del esfuerzo que doy; más bien, ayúdame a confiar esos resultados sólo a Ti ya Tu divina providencia. Jesús, en Ti confío.



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