Viernes semana tercera Tiempo Ordinario (28 enero, Sto. Tomás de Aquino)
Publicado el jueves, 27 enero 2022| Comentarios desactivadosen Viernes semana tercera Tiempo Ordinario (28 enero, Sto. Tomás de Aquino)
De Corazón a corazón: 2Sam 11,1-10.13-17 (Pecados de David); Mc 4,26-34 ("El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra")
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: La debilidad humana es mucha (como la de David), pero el Señor ha escogido lo débil para mostrar su poder misericordioso. Todo lo “pequeño” es grande, si refleja el amor de Dios, como una pequeña flor o una gota de rocío. Se siembra un gesto de servicio, a veces en la penumbra, o se comunica un saludo amable, y produce fruto incalculable, a veces a largo plazo. Muchas personas (especialmente “consagradas”) han dedicado su vida a la santificación de los sacerdotes. Han sido pequeñas semillas de oración y sacrificio, que han sostenido miles de vidas sacerdotales en su entrega gozosa generosa, al margen de la publicidad y de las noticias tergiversadas.
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: María, la “sierva de Señor” y “llena de gracia”, experimentó más que nadie la misericordia de Dios en la propia “pobreza” (“humus”). Hizo de su vida un “sí”, pronunciado “en nombre de toda la humanidad” (Sto. Tomás de Aquino, III, q.30,1).
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De Corazón a corazón: 2Sam 11,1-10.13-17 (Pecados de David); Mc 4,26-34 ("El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra")
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: La debilidad humana es mucha (como la de David), pero el Señor ha escogido lo débil para mostrar su poder misericordioso. Todo lo “pequeño” es grande, si refleja el amor de Dios, como una pequeña flor o una gota de rocío. Se siembra un gesto de servicio, a veces en la penumbra, o se comunica un saludo amable, y produce fruto incalculable, a veces a largo plazo. Muchas personas (especialmente “consagradas”) han dedicado su vida a la santificación de los sacerdotes. Han sido pequeñas semillas de oración y sacrificio, que han sostenido miles de vidas sacerdotales en su entrega gozosa generosa, al margen de la publicidad y de las noticias tergiversadas.
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: María, la “sierva de Señor” y “llena de gracia”, experimentó más que nadie la misericordia de Dios en la propia “pobreza” (“humus”). Hizo de su vida un “sí”, pronunciado “en nombre de toda la humanidad” (Sto. Tomás de Aquino, III, q.30,1).
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