sábado, 12 de mayo de 2018

LOS CATÓLICOS Y EL DEBATE SOBRE EL ABORTO LIBRE: ENTRE LAICIDAD Y LAICISMO

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Tiempo de Evangelizar  

El debate generado por la discusión a nivel parlamentario de varios proyectos de ley de legalización del aborto se convirtió en una ocasión para el retorno de los embarazos laicistas que pretenden silenciar a los católicos que opinan en contra del aborto, alegando que no pueden opinar pues de hacerlo estarían imponiendo sus convicciones al resto de la sociedad.

Una primera reflexión nos lleva a un constatar que las críticas a los católicos por sus intervenciones en el debate público suelen ser selectivas. Es decir, se critica a los católicos cuando intervienen en ciertos temas, como los vinculados con la vida y la familia, pero no cuando se presenta en contra de situaciones como la trata de personas, la lucha de los trabajadores, la lucha contra la la pobreza o el cuidado del medio ambiente. Así, por ejemplo, en junio de 2016 el Senado de la Nación distinguió con la Mención de Honor Domingo F. Sarmiento a la Carta Encíclica "Laudato Si '" del Papa Francisco sobre el cuidado del ambiente. En ese momento no se escucharon las críticas al Senado, ni se percibió esta distinción como una indebida injerencia de lo religioso en los asuntos temporales. Vale recuerda que esta encíclica tiene una firme defensa de la vida por nacer: "120. Dado que todo está relacionado, no es compatible con la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. No parece factible un camino educativo para los seres humanos que nos rodean, que a veces son molestos o inoportunos, si no se protege a un embrión humano aunque su llegada es causa de molestias y dificultades: «Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social ».


En este punto, parece que la sociedad tecnocrática quisiera silenciar la opinión de la Iglesia que viene a poner en evidencia la centralidad de la persona humana y su dignidad inviolable. Lógicamente, resulta difícil silenciar a la Iglesia cuando se refiere a los temas sociales como la pobreza o la explotación de las personas, de allí que otros pequeños terrenos para el pretendiente callar sus intervenciones. Pero no se advierte que la agenda de la Iglesia es una relación con la dignidad de la persona humana, el mar por el que nace o nacida, todo lo que implica una afectación de esa dignidad.

La selectividad también se manifiesta en algunos que aceptan intervenciones de católicos cuando se pronuncian a favor del aborto. Así que hemos escuchado un un grupo autodenominado "católicas por el derecho a decidir" que utilizar ese nombre sin las autorizaciones autorizadas y abiertamente contrarias las claras enseñanzas de la Iglesia Católica, pero que es admitido como integrante de las organizaciones a favor de la legalización del aborto .

Igualmente, la crítica lleva a la discriminación de las personas en razón de su religión. Es decir, una persona de otra religión, o atea, está habilitada para opinar sobre el aborto. Pero los cristianos en general, y los católicos en particular, no lo están. Esto no tiene un motivo racional y obedece a la finalidad del objetivo de la legalización del aborto sin obstáculos.

Entre laicidad y laicismo

En el fondo, detrás de esta crítica a los católicos en el debate entre laicidad y laicismo. Mientras que el laicismo es una ideología que discrimina a las personas, reduce y reduce las creencias al ámbito puramente individual, la legítima laicidad es una visión sobre la sociedad que considera positiva la distinción entre Iglesia y Estado, pero que fomenta los estilos entre la cooperación mutua las esferas religiosa y temporal. Así, la laicidad valora los aportes que las personas con convicciones religiosas hacen a la discusión de los temas públicos.

Para los católicos, el aporte que se hace en un texto de legítima laicidad no se basa en los argumentos teológicos, sino sobre todo en las cuestiones que surgen desde la legítima autonomía de las realidades temporales. Así, un médico católico aporta su conocimiento científico sobre el inicio de la vida y sobre todos los medios terapéuticos que permite salvar la vida. Un filósofo católico enriquece el debate con las explicaciones sobre la noción de persona y la inviolabilidad de su vida. Un abogado católico explica las razones de la justicia que llevan a cabo el derecho a la vida como un límite infranqueable para una convivencia pacífica y los derechos implicados en estos debates.

La laicidad no significa tampoco que los pastores deban quedarse callados cuando se debaten estos temas. Sus intervenciones son justas y pueden llamar la atención sobre las exigencias de la justicia y la dignidad humana en la relación con el valor de la vida.

Desde ya, los católicos tienen doble motivo para trabajar por la defensa de la vida. Lo hacen desde sus conocimientos de orden natural y también por la convicción de que las cosas le llegan por el Evangelio de la Vida, por la fe en el Señor Jesús que hizo lo que hizo en el señor de María y con su Pascua Redentora por su vida abundancia, haciéndonos partícipes de la comunión trinitaria. Sosteniendo que la Resurrección de Jesús ofrece un horizonte pleno y la vida humana no significa un menoscabo de la laicidad, sino que es un colaborador que, primero, renueva las convicciones y fuerzas de los cristianos para comprometerse a favor de la vida, y por otro lado, puede ser una propuesta que abra la posibilidad de diálogo con personas de otras creencias.

En el debate sobre el aborto está en juego una cuestión de la máxima importancia social: el valor inviolable de la vida humana. Participar comprometidamente en este debate es un compromiso que obliga a todos los cristianos, que sepan los servidores y anunciadores del Evangelio de la vida. No podemos callar lo que hemos visto y oído

Para terminar, podemos citar la enseñanza del Concilio Vaticano II en el n. 76 de Gaudium et Spes: "Es de suma importancia, sobre todo existe donde existe una sociedad pluralista, un concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia ... La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a un sistema político, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana. La Iglesia ... predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de la acción humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad del ciudadano ... Es la justicia que puede la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su doctrina social, ejercer su misión entre los hombres y la salud en su juicio

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