ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios
Por razones profesionales me encuentro en el norte de Irán. El traductor persa que me han asignado es un hombre profundamente religioso. Aprovecha cualquier ocasión para convencerme de las bondades del chiismo, una de las principales ramas del Islam en Irán. Ayer, durante la cena, bastante opípara, debido a que durante el día practica la abstinencia por el ramadán, me dice que la frase más importante para él del Corán es aquella que dice que «quien someta su voluntad a Allah y siga el camino recto, obtendrá la recompensa del Señor». Acto seguido me reta a que elija una frase de los Evangelios. Inmediatamente le respondo: «la verdad os hará libres».
La libertad es el gran regalo del amor de Dios porque es imposible la libertad si no existe la verdad. Y para mí la verdad es Cristo.
Vivimos en una época marcada profundamente por el relativismo que destruye la libertad del hombre y trata de convertir en cenizas la verdad revelada.
El mundo no solo vive una crisis de valores. Vive profundamente una crisis de la verdad por eso el relativismo y las falsas ideologías morales se van imponiendo en la sociedad.
Apartado el amor, aquellos principios —mandamientos, bienaventuranzas, virtudes…— empiezan a desapegarse del corazón del hombre que acepta que no haya una sola verdad sino un cúmulo de verdades, la mayoría de ellas relativas. Hoy, en tantos, la verdad es su verdad. La verdad es lo que esa persona piensa. La verdad es lo que tiene valor para ella. La verdad es el acomodo del libre pensamiento. Y, así, con tantas verdades que rechazan la auténtica Verdad las sociedades se secularizan destruyendo valores fundamentales como el amor, la familia, el respeto, la política, la economía, la vida social… Sin verdad todo es arbitrario porque ese principio introducido por Dios que distingue el bien del mal desaparece hecho añicos por el positivismo imperante. Sin brújula el hombre está perdido porque donde no hay verdad se sienta la mentira. Donde no hay verdad se menoscaban los fundamentos éticos. Donde no hay verdad ya no prevalecen los principios del orden creado por Dios.
Cuando pienso que «la verdad os hará libres» es porque tengo el firme compromiso de convertirme en testigo auténtico de la verdad que reside en alguien que lleva en sus manos y sus pies los signos de la Cruz. El único en la historia de la humanidad que libremente decidió morir por la salvación del hombre. Y eso sí que es la gran verdad que debe ser anunciada y revelada.
¡Señor, ayúdame a librarme de las ataduras del mal, de la mentira, de la hipocresía, de la falsedad, de adaptar la verdad auténtica a las circunstancias cambiantes de mi vida! ¡No permitas, Señor, dejarme llevar por el relativismo moral, por las falsas ideolatrías, por la comodidad que ofrece habitualmente el mundo! ¡Hazme, Señor, un cristiano que ame la libertad auténtica que viene de Ti y está inspirada por la gracia del Espíritu! ¡Hazme como tu Madre, Señor, asiento de la sabiduría, libre en sus elecciones, centrada en cumplir la voluntad del Padre, que sea Ella la que me ayude a vivir según tus enseñanzas, vigilante siempre para cumplir la voluntad de Dios, con la esperanza renovada, sin temor ni miedo al qué dirán o como me juzgarán por defender la verdad, con una fe firme comprometida con la verdad y con un corazón abierto que ame por encima de todo el espíritu de la verdad! ¡Espíritu de Dios, que eres el Espíritu de la verdad, ven a mi vida y a mi corazón y concédeme el discernimiento para no abrazar el mal y acoger siempre el bien!
Jaculatoria a María en el mes de mayo: ¡María, que la autenticidad de tu vida sea un estímulo para mi crecer como cristiano!
La verdad os hará libres, cantamos hoy:
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