lunes, 21 de mayo de 2018

EL CENÁCULO Y LA TIERRA SANTA - EL AMOR LO PUEDE TODO .






Queridos hermanos y hermanas:

La Tierra Santa ha sido llamada un «quinto Evangelio», porque allí podemos ver, más aún, palpar la realidad de la historia que Dios ha realizado con los hombres. Comenzando por los lugares de la vida de Abraham hasta los lugares de la vida de Jesús, desde la Encarnación hasta el sepulcro vacío, signo de su resurrección. Sí, Dios ha entrado en esta tierra, ha actuado con nosotros en este mundo. Pero aquí podemos decir aún más: la Tierra Santa, por su misma historia, puede considerarse un microcosmos que resume en sí el camino fatigoso de Dios con la humanidad. Un camino que, con el pecado, implica también la cruz; y, con la abundancia del amor divino, también siempre la alegría del Espíritu Santo, la Resurrección ya iniciada; es un camino entre los valles de nuestro sufrimiento hacia el reino de Dios, reino que no es de este mundo, pero que vive en este mundo y debe penetrarlo con su fuerza de justicia y de paz.

La historia de la salvación comienza con la elección de un hombre, Abraham, y de un pueblo, Israel, pero su intención es la universalidad, la salvación de todos los pueblos. La historia de la salvación está marcada siempre por esta mezcla de particularidad y universalidad. En la primera lectura de hoy vemos bien este nexo: san Pedro, al ver en la casa de Cornelio la fe de los paganos y su deseo de Dios, dice: «Está claro que Dios no hace distinciones: acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea« (Hch 10,34-35). El objetivo más profundo de todo diálogo interreligioso es temer a Dios y practicar la justicia, aprender esto y abrir así el mundo al reino de Dios.



EL AMOR LO PUEDE TODO
Elogio de santa Joaquina de Vedruna


Joaquina de Vedruna puede presentarse como modelo para la mujer en todos los estados de la vida. Como dijo el papa Juan XXIII en la homilía de canonización, «conquistada por el amor de Dios y del prójimo, vivió heroicamente el Evangelio en todos los estados posibles a una mujer, hasta fundar una familia religiosa que encuentra en la caridad su única razón de ser». Fue madre de nueve hijos. Al quedarse viuda, crea el Instituto de las Hermanas Carmelitas de la Caridad, convirtiéndose así en madre y bienhechora de innumerables necesitados. Fue obsesión de toda su vida hacer la voluntad de Dios.

Como pequeña muestra del espíritu sobrenatural que animaba su vida, he aquí unos retazos tomados de sus cartas:

«Amemos a Dios sin cesar. Solamente el Señor, creador de cielo y tierra, ha de ser nuestro descanso y consuelo. Amor, y amor que nunca dice basta. Cuanto más amemos a Dios, más le querremos amar... Pongamos nuestro espíritu en Dios, quien todo lo puede, y emprenderemos lo que él quiera. Con Jesús y teniendo a Jesús, todo sobra. El Espíritu de Jesucristo no quiere sino practicar la caridad, la humildad y vivir en pobreza. Sí, avivemos la fe, tengamos confianza, practiquemos la caridad y alcanzaremos la bendición de la Santísima Trinidad. Pidamos a nuestra Madre, la Virgen Santísima, que, con su protección, ella nos guíe».

En fin la propia santa Joaquina de Vedruna redactó la fórmula de su profesión religiosa, en la que quiso sintetizar los ideales de su vida consagrada:

«Prometo entregarme en todo a la más fervorosa caridad con los enfermos y a la cuidadosa instrucción de las jóvenes».

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