Domingo 18 Tiempo Ordinario, Año C (31 julio. S. Ignacio)
De Corazón a corazón: Sir 1,2; 2,21-23 (“Todo es vanidad… No aspires a algo superior a tus fuerzas”); Col 3,1-5.9-11 (“Habéis resucitado con Cristo… vuestra vida… Él es todo en todo”); Lc 12,13-21 (Sobre el rico necio: “Guardaos de toda avaricia”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: No escarmentamos. Se nos escapan de las manos los dones de Dios, porque no sabemos compartirlos con los hermanos. El valor de una persona, de una comunidad o de un pueblo, aparece sólo en la capacidad de donación y de solidaridad. Todo lo demás es oropel… Todo se marchita; sólo queda el amor con que se han vivido los momentos de nuestra existencia. Así seremos “sinceros en el amor” (Ef 4,15). Sólo Cristo resucitado puede llenar el corazón y dar sentido a la vida, porque sólo en él y con él podemos hacernos plenamente libres de todo para el bien de todos, en la verdad de la donación.
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: La vida de María era la armonía de un “sí” (“fiat”) hecho canto de “Magníficat” y de asociación a Cristo “de pie junto a la cruz”. Consagrarse a ella “es colocar en ese Corazón limpio, inmaculado, donde Dios se refleja, los bienes preciosos de la fraternidad y de la paz, todo lo que tenemos y todo lo que somos, para que sea ella, la Madre que nos ha dado el Señor, la que nos proteja y nos cuide” (Papa Francisco, 25 marzo 2022).
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