¡Mi vida católica!
Alzando Tus Ojos Al Cielo
2 de junio de 2022
Jueves de la VII semana de Pascua
Lecturas para hoy
Santos Marcelino y Pedro, mártires—Memoria opcional
Alzando los ojos al cielo, Jesús oró diciendo: “No ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que ellos también sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” Juan 17:20–21
“Alzando los ojos al cielo...” ¡Qué gran frase!
Cuando Jesús levantó los ojos al cielo, oró a su Padre en el cielo. Este acto de levantar los ojos revela un aspecto único de la presencia del Padre. Revela que el Padre es trascendente. “Trascendente” significa que el Padre está por encima de todo y más allá de todo. El mundo no puede contenerlo. Así, al hablar al Padre, Jesús comienza con este gesto por el cual reconoce la trascendencia del Padre.
Pero también debemos notar la inminencia de la relación del Padre con Jesús. Por “inminencia” queremos decir que el Padre y Jesús están unidos como uno. Su relación es de naturaleza profundamente personal.
Aunque estas dos palabras, "inminencia" y "trascendencia", pueden no ser parte de nuestro vocabulario diario, vale la pena entender y reflexionar sobre los conceptos. Debemos esforzarnos por estar muy familiarizados con sus significados y, más específicamente, con la forma en que nuestra relación con la Santísima Trinidad comparte en ambos.
La oración de Jesús al Padre fue que nosotros, los que llegamos a creer, participemos de la unidad del Padre y del Hijo. Compartiremos la vida y el amor de Dios. Para nosotros, esto significa que comenzamos por ver la trascendencia de Dios. También elevamos nuestros ojos al Cielo y nos esforzamos por ver el esplendor, la gloria, la grandeza, el poder y la majestad de Dios. Él está por encima de todo y más allá de todo.
Mientras logramos esta mirada de oración a los Cielos, también debemos esforzarnos por ver a este Dios glorioso y trascendente descender a nuestras almas, comunicándose con nosotros, amándonos y estableciendo una relación profundamente personal con nosotros. Es sorprendente cómo estos dos aspectos de la vida de Dios van tan bien juntos aunque, al principio, pueden parecer completamente opuestos. No se oponen, sino que están unidos y tienen el efecto de acercarnos a una relación íntima con el Creador y sustentador de todas las cosas.
Reflexiona, hoy, sobre el glorioso y todopoderoso Dios del Universo descendiendo a las profundidades secretas de tu alma. Reconoce su presencia, adóralo como vive en ti, háblale y ámalo.
Glorioso Señor, ayúdame a levantar siempre los ojos al Cielo en oración. Que pueda volverme constantemente a Ti y a Tu Padre. Que en esa mirada orante te descubra vivo también en mi alma donde eres adorado y amado. Jesús, en Ti confío.
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