365 días con santa Faustina
Reflexión 334: Sirviendo a las almas
Una de las mayores bendiciones que hemos recibido es la capacidad de servir a los demás. Les servimos de muchas formas, especialmente de acuerdo con nuestra vocación particular. Pero el mayor servicio que podríamos prestarle a una persona es ser ministro de la Misericordia de Dios, guiándolo a las glorias del Cielo. Imagina cómo será el cielo sabiendo que has inspirado a innumerables almas a crecer en su amor por Dios. Vea esto como una de sus mayores bendiciones y privilegios en la vida (vea el Diario n. ° 1622).
¿Cuán ansioso está por ofrecer la verdad, el amor y la compasión de nuestro Dios a los demás? ¿Ves el gran honor que es y la gran dignidad que otorga? Nunca dudes de lo importante que es hacer de esto una de las mayores prioridades en la vida. Amar a Dios con todo tu ser es lo primero, pero servir a los demás y ayudarlos en el camino hacia la salvación está detrás de esto. Comprométete hoy a este glorioso acto de Misericordia y estarás agradecido por la eternidad que lo hiciste.
Señor, dame el deseo y la voluntad de servir a los demás con todo mi corazón. Ayúdame a amarlos y a traer Tu Misericordia y compasión a sus vidas. Que muchas almas sean ganadas para ti, querido Señor, por la gracia que las envías a través de mi vida. Jesús, en Ti confío.
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