365 días con santa Faustina
Reflexión 111: Las mentiras del maligno
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El diablo nos tentará de muchas formas. Una forma común en la que al diablo le gusta atacarnos es recordarnos nuestros pecados, incluidos los que hemos confesado. Le encanta tratar de convencernos de que estamos en el camino equivocado, que no agradamos a Dios, que somos mentirosos y pecadores. Y si bien es cierto que somos pecadores, el maligno siempre falla en ver nuestro pecado a través del lente de la Misericordia de Dios. Para vencer sus tentaciones engañosas, mientras nos recuerda nuestros pecados, solo necesitamos recordarnos la Misericordia del Corazón de Jesús. Al contemplar Su Corazón, no tendremos miedo de admitir nuestro pecado. Este acto de honestidad no producirá ansiedad, desesperación y duda como el maligno desea. En cambio, enfrentar nuestro pecado a la luz de la Misericordia de Dios, nos refrescará y levantará nuestro espíritu, llenándolo de una abundancia de esperanza (VerDiario # 520).
Piense en las formas en que el maligno puede tentarlo a desesperarse por sus pecados. Lamentar tus pecados es un acto bueno y saludable, pero nunca desesperado. El duelo cristiano conduce a la Misericordia de Dios, y la contrición que sientes en este acto santo alivia tu carga y te llena de alegría.
Precioso Señor, líbrame del engaño y los ataques del maligno. Guárdame a salvo, oh Dios, y ayúdame a no olvidar nunca la abundancia de Tu Misericordia. Al ver esa Misericordia, ayúdame a arrepentirme diariamente de mi pecado para robarle al maligno todas las armas de su malicia. Jesús, en Ti confío.
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