Reflexiones diarias católicas
¡Mi vida católica!
Un "Santo Miedo"
23 de abril de 2021
Viernes de la Tercera Semana de Pascua
Lecturas para hoy
San Jorge, mártir: monumento opcional
San Adalberto, obispo y mártir: monumento opcional
Video
“En verdad, en verdad os digo que a menos que comáis la Carne del Hijo del Hombre y bebáis su Sangre, no tendréis vida dentro de vosotros. El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi Carne es verdadera comida y mi Sangre es verdadera bebida. Juan 6: 53–55
A nivel filosófico, es útil considerar varias cosas que parecen ser "fuerzas en competencia". El bien parece ser lo opuesto al mal. Ilumina lo opuesto a la oscuridad. Calentar lo opuesto al frío. Y la vida es lo opuesto a la muerte. Pero, ¿son realmente opuestos en el sentido de ser fuerzas en competencia? Cuando se considera cuidadosamente, está claro que el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el calor y el frío, y la vida y la muerte no son en realidad "fuerzas en competencia"; más bien, el mal es simplemente la ausencia del bien, la oscuridad la ausencia de luz, el frío la ausencia de calor y la muerte la pérdida de vidas. Y aunque esta distinción filosófica puede no parecer tan interesante para algunos y confusa para otros, es una verdad útil para reflexionar a la luz del Evangelio de hoy.
El evangelio de hoy nos dice que no “comer la carne del Hijo del hombre y beber su sangre” resulta en la muerte. La muerte es la pérdida de la vida y la Eucaristía es la fuente de la vida. Jesús dice que si no comes Su Carne y bebes Su Sangre, "no tienes vida dentro de ti".
Esta audaz enseñanza de Jesús debería hacer que nos detengamos y examinemos nuestro enfoque de la Santísima Eucaristía. A veces podemos caer en la trampa de pensar que ir a Misa y recibir la Comunión es algo que hacemos como un “favor” a nuestro Señor. Pero en verdad, es el favor más profundo de Dios para nosotros, porque la Eucaristía es la puerta de entrada a la vida eterna. Y sin él, no tenemos vida dentro de nosotros. Nuestros espíritus mueren porque perdemos la presencia de Dios.
Observar el efecto negativo de no recibir la Santísima Eucaristía puede ser muy útil. A veces debemos considerar las consecuencias de nuestras acciones como una forma de motivarnos a una mayor fidelidad. Por esa razón, considerar el hecho de que no comer la Carne del Hijo de Dios resulta en la muerte debería ser muy motivador. Debe llenarnos de un santo temor de perder la presencia vivificante de Dios dentro de nosotros. Este "temor santo" es un verdadero regalo de Dios y, de hecho, es uno de los siete dones del Espíritu Santo.
Reflexione hoy sobre su actitud interior hacia la Santísima Eucaristía. ¿Ves tu participación en la Santa Misa más como un favor que le ofreces a nuestro Señor? ¿O lo ve como es: la fuente vivificante de la vida eterna? Reflexione sobre lo importante que es realmente este precioso regalo y vuelva a comprometerse a participar fiel y devotamente en este regalo tan sagrado.
Mi Señor Eucarístico, Tu Carne y Tu Sangre son verdaderamente la fuente de vida eterna para todos los que te reciben con fe. Te agradezco, querido Señor, por este don tan precioso de la Santísima Eucaristía, y oro para que me llene de un hambre y una sed profundas por Ti siempre. Jesús, en Ti confío.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario