PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
San Pablo, al despedirse de los ancianos de Mileto, dijo: «De ninguno he codiciado dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han bastado para cubrir mis necesidades y las de los que están conmigo. Siempre os he enseñado que es trabajando como se debe socorrer a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús, que dijo: "Hay más dicha en dar que en recibir"» (Hch 20,33-35).
Pensamiento franciscano:
San Francisco dice en su Testamento: «Yo trabajaba con mis manos, y quiero trabajar; y quiero firmemente que todos los otros hermanos trabajen en trabajo que conviene al decoro. Los que no saben, que aprendan, no por la codicia de recibir el precio del trabajo, sino por el ejemplo y para rechazar la ociosidad. Y cuando no se nos dé el precio del trabajo, recurramos a la mesa del Señor, pidiendo limosna de puerta en puerta» (Test 20-22).
Orar con la Iglesia:
Oremos a Dios Padre, que nos llama a todos a colaborar con nuestro trabajo en su obra creadora.
-Para que la Iglesia sepa expresar su solidaridad con el mundo del trabajo.
-Para que los creyentes, llamados a dar un testimonio cristiano cualificado en sus ambientes de trabajo, no se desalienten ante las dificultades.
-Para que cuantos tienen autoridad o responsabilidad en la vida económica y social, tengan siempre muy en cuenta el bien y la dignidad de la persona.
-Para que, contemplando a Jesús, a María y a José, aprendamos a valorar el trabajo como servicio a los demás, medio de realización personal y contribución al bien común.
Oración: Escucha, Señor, nuestra oración en este día del trabajo y haz que, como hijos tuyos, colaboremos en la obra de tu creación para gloria tuya y bien de nuestros hermanos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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