viernes, 23 de abril de 2021

La Hora Santa

 


LA HORA SANTA

Adorar a Jesús en horas santas nos trae el cielo a nuestra alma, es decir, nos proporciona inmensas bendiciones. El valor de una sola hora de adoración ante Jesús

sacramentado es incalculable; pero, a veces, no somos conscientes de ello. Nos puede pasar como a aquella familia que heredó una casa de un familiar. En la casa había una pintura antigua, que representaba una maceta y, al hacer la limpieza, pensaron en tirarla a la basura. Felizmente, estaba allí un amigo y les pidió que se la dieran para que la examinaran en el museo, donde él trabajaba. Y resultó que era una copia original de Van Gogh, el gran pintor holandés, y el valor de la pintura era de varios millones de dólares. ¡No sabían el tesoro que tenían en casa y lo iban a tirar! Muchos católicos no conocen lo que tienen y hasta lo tiran, al pasarse a otras sectas, donde jamás podrán tener la presencia viva y real de Jesús Eucaristía.

Tú procura aprovechar tu tiempo disponible para visitar a Jesús y, si es posible, adorarlo, al menos una hora cada día. 

Personalmente, hace veinte años decidí hacer todos los días una hora santa de adoración ante Jesús sacramentado y creo que ha sido una de las decisiones más

positivas de mi vida. ¡Ojalá que todos nos comprometamos, al menos, con media hora diaria ante Jesús sacramentado! ¡O con una hora de adoración a distancia, desde nuestra casa, si nos es muy difícil o imposible ir a la iglesia todos los días! ¡O, al menos, una hora santa de adoración cada semana como mínimo!

El padre Roberto DeGrandis nos dice: Hace poco una mujer compartió conmigo su vida y me dijo que había sufrido mucho y que la única paz que había sentido en esos

momentos, la había encontrado en la hora diaria que ella pasaba ante el Santísimo Sacramento. Ése era un lugar de curación para ella. Yo pienso que eso fue algo muy

cierto. Hay una tremenda curación con sólo estar en la iglesia rodeados de la paz del Señor

Otra mujer me dijo que, cuando tenía 29 años, pensó que se iba a volver loca, porque estaba pasando una menopausia anticipada. Emocionalmente, le estaban sucediendo todas las cosas posibles. Ella también sentía que debía ir a la iglesia todos los días y estar allí una hora santa en oración; y me dijo: “Usted sabe, hay muy pocas

cosas que no puedan ser curadas, estando una hora todos los días ante el Santísimo Sacramento”

El beato Damián de Molokai organizó en la isla de los leprosos la adoración perpetua en su capilla y allí se pasaba muchas horas en adoración ante Jesús, ofreciéndole todo su amor por aquellos leprosos, que tanto lo necesitaban. Un día llegó un voluntario para ayudarlo en su tarea. Era un hombre bueno, que estaba buscando un

sentido para su vida. Se llamaba Dutton y venía de USA. Un día, Dutton necesitaba consultar algunas cosas con el Padre Damián y no lo encontraba por ninguna parte. Por

fin, lo encontró en la capilla. El Padre Damián se veía como transformado de amor y sus ojos brillaban de felicidad. A Dutton le impresionó tanto esa actitud y ese amor ante Jesús sacramentado, que se convirtió al catolicismo y siguió ayudando a los leprosos.

Hoy está abierta la causa de su beatificación. El beato Damián decía: Sin mi hora santa diaria en presencia de Jesús sacramentado, no hubiera sido capaz de quedarme en este lugar ni un solo día.

San Pedro Julián Eymard insistía: Hay que considerar la hora de adoración como una hora de paraíso. Vayan a ella como si fuesen al cielo, como a un banquete divino

San Juan María Vianney vio en una ocasión con sus propios ojos cómo Jesús tomaba con cariño en sus manos la cara de cada persona que lo visitaba en el Santísimo

Sacramento y le daba un tierno beso de amor y agradecimiento. Como si quisiera cumplir lo que dice Oseas: Con cuerdas humanas, con lazos de amor los atraía… Era

 DeGrandis Roberto, Curación a través de la misa, Ed. Minuto de Dios, Bogotá, p. 3. Ib. p. 30.

 San Pedro Julián Eymard, Obras eucarísticas, Ed. Eucaristía, p. 3.para ellos como quien alza a un niño contra su mejilla y se baja para darle de comer (Os 11, 4).

La beata Madre Teresa de Calcuta, cuando le preguntaban qué era lo que convertiría al mundo, decía sin dudar: la oración. Y añadía: En cada parroquia es preciso orar delante del Santísimo Sacramento en horas santas de adoración... En el capítulo general que tuvimos en 1973, las hermanas pidieron que la adoración al Santísimo, que teníamos una vez por semana, la tuviéramos cada día, a pesar del enorme trabajo que pesaba sobre ellas. Esta intensidad de oración ante el Santísimo ha aportado un gran cambio en nuestra Congregación. Hemos experimentado que nuestro amor a Jesús es más grande, nuestro amor de unas a otras es más comprensivo y nosotras tenemos el doble de vocaciones.

El Papa Juan Pablo II en el 45 Congreso eucarístico internacional de Sevilla, de 1993, dijo: Espero que el fruto de este Congreso sea el establecimiento de una

adoración eucarística perpetua en todas las parroquias y comunidades cristianas del mundo entero.

Y en la Instrucción Redemptionis sacramentum escribía: Es muy recomendable que en las ciudades o en los núcleos urbanos, al menos en los mayores, el obispo

diocesano designe una iglesia para la adoración perpetua, en la cual se celebre también la santa misa con frecuencia o, en cuanto sea posible, diariamente... El obispo

diocesano reconozca y, en la medida de lo posible, aliente a los fieles en su derecho de constituir hermandades o asociaciones para practicar la adoración, incluso perpetua

El Ordinario promueva intensamente la adoración eucarística con asistencia del pueblo, ya sea breve, prolongada o perpetua. En los últimos años, de hecho, en tantos

lugares, la adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente inagotable de santidad 

El Papa Benedicto XVI, el 9 de noviembre del 2006, propuso a la Iglesia el descubrimiento de la adoración eucarística perpetua, al encontrarse con los participantes

en la Asamblea plenaria del Comité pontificio para los Congresos eucarísticos internacionales, que preparaban el Congreso eucarístico internacional de Québec (Canadá) de junio del 2008.

Y en la exhortación apostólica Sacramento de amor nos dice: La adoración eucarística no es sino la continuación obvia de la celebración eucarística, la cual es en

sí misma el acto más grande de adoración de la Iglesia. Recibir la Eucaristía significa adorar al que recibimos. La adoración fuera de la misa prolonga e intensifica lo acontecido en la misma celebración litúrgica. Recomiendo ardientemente a los Pastores de la Iglesia y al pueblo de Dios la práctica de la adoración eucarística tanto 


 Instrucción Redemptionis sacramentum Nº 140 y 141.

 Ib. Nº 136.

personal como comunitaria. A este respecto, será de gran ayuda una catequesis adecuada en la que se explique a los fieles la importancia de este acto de culto que

permite vivir más profundamente y con mayor fruto la celebración litúrgica. Además,cuando sea posible, sobre todo en los lugares más poblados, será conveniente indicar

las iglesias u oratorios que se pueden dedicar a la adoración perpetua

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