Santo Evangelio según San Mateo 10, 24-33. Sábado XIV de Tiempo Ordinario.
Por: H. Rubén Tornero, L.C. | Fuente: missionkits.org
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Cristo, Rey nuestro. ¡Venga tu Reino!
Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)
Jesús, gracias por este momento que tengo para estar contigo. Haz que el sonido de tu voz resuene en mi corazón, para que pueda conocer tu voluntad. Ayúdame a tenerte presente durante el día, para que pueda aprender a amar a mis hermanos como los amas Tú. Concédeme acogerte en el lugar más oculto de mi corazón, para que pueda amarte siempre y sin cesar. Ora conmigo, ora en mí para que yo pueda aprender de Ti a orar.
Evangelio del día (para orientar tu meditación)
Del santo Evangelio según san Mateo 10, 24-33
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "El discípulo no es más que el maestro, ni el criado más que su señor. Le basta al discípulo ser como su maestro y al criado ser como su señor. Si al señor de la casa lo han llamado Satanás, ¡qué no dirán de sus servidores!
No teman a los hombres. No hay nada oculto que no llegue a descubrirse; no hay nada secreto que no llegue a saberse. Lo que les digo de noche, repítanlo en pleno día, y lo que les diga al oído, pregónenlo desde las azoteas.
No tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman, más bien, a quien puede arrojar al lugar de castigo el alma y el cuerpo.
¿No es verdad que se venden dos pajaritos por una moneda? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae por tierra si no le permite el Padre. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. Por lo tanto, no tengan miedo, porque ustedes valen mucho más que todos los pájaros del mundo.
A quien me reconozca delante de los hombres, Yo también lo reconoceré ante mi Padre, que está en los cielos; pero al que me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré ante mi Padre, que está en los cielos".
Palabra del Señor.
Medita lo que Dios te dice en el Evangelio
Jesús, hoy me invitas a no temer, a saber que estoy en tus manos y que nada ni nadie podrá separarme de Ti si yo no lo quiero. Me dices que no tema sino a los que pueden matar mi alma. ¿Quiénes son ellos Jesús? ¿Quién puede ser capaz de matarme el alma?
No es el demonio, ni el mundo ni la carne... soy yo y sólo yo quien puede matar lo más precioso que tengo, pues todos ellos, aunque lo quieran, no pueden hacerme pegar sin mi consentimiento. Ellos pueden poner las ocasiones, pero es mi libertad la que tiene la última palabra, la que puede hacer de una tentación una oportunidad de crecimiento, o una muerte segura.
Soy yo, y sólo yo quien puede permitir que el amor que te tengo se enfríe y muera. Es mi indiferencia ante el sufrimiento de mis hermanos la que convierte en piedra lo que alguna vez fue un corazón de carne. Soy capaz de cosas muy grandes Jesús, eres Tú quien me llama a la santidad, y el demonio quien me llama al egoísmo y la indiferencia, pero soy yo quien tiene que responder.
Ayúdame, Jesús, que mi libertad esté siempre encaminada hacia Ti. No permitas que nada ni nadie me separe de tu lado.Ayúdame a amarte siempre y mejor. Y que si algún día tengo la desgracia de caer en la tentación, recuerde que tu amor es más fuerte que la muerte, y que siempre estarás allí, en el confesionario, dispuesto a resucitarme.
Que María Santísima, que siguió a Jesús hasta el calvario, nos acompañe también a nosotros y nos ayude a no tener miedo de la cruz, pero con Jesús crucificado, no una cruz sin Jesús, la cruz con Jesús, es decir la cruz de sufrir por el amor de Dios y de los hermanos, porque este sufrimiento, por la gracia de Cristo, es fecundo de resurrección.
(Homilía de S.S. Francisco, 3 de septiembre de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy buscaré vivir cada momento evitando todo aquello que pudiera apartarme de Jesús.
Despedida
Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
¡Cristo, Rey nuestro!
¡Venga tu Reino!
Virgen prudentísima, María, Madre de la Iglesia.
Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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