S. S. Juan Pablo II
DON DE LA GRACIA Y DE LA MISERICORDIA DE DIOS
QUE NOS LLEVA A LA CONVERSIÓN CONSTANTE (II)
Mensaje del el Papa al Ministro General de los Frailes Menores,
con ocasión de la apertura de la Porciúncula (20-VIII-1999)
3. El santuario de la Porciúncula, tienda del encuentro de Dios con los hombres, es casa de oración. «Aquí, quien rece con devoción, obtendrá lo que pida», solía repetir Francisco (1 Cel 106), después de haberlo experimentado personalmente. Entre las antiguas paredes de la iglesia, cada uno puede gustar la dulzura de la oración en compañía de María, la Madre de Jesús, y experimentar su poderosa intercesión.
El hombre nuevo Francisco, en ese edificio sagrado restaurado con sus manos, escuchó la invitación de Jesús a modelar su vida «según la forma del santo Evangelio» (Test 14), y a recorrer los caminos de los hombres, anunciando el reino de Dios y la conversión, con pobreza y alegría. De este modo, ese lugar santo se había convertido para san Francisco en «tienda del encuentro» con Cristo mismo, Palabra viva de salvación. La Porciúncula es, en particular, «tierra del encuentro» con la gracia del perdón, madurada en una íntima experiencia de Francisco, que, como escribe san Buenaventura, «un día, mientras (...) lloraba reflexionando con amargura en su pasado, se sintió embargado por la alegría del Espíritu Santo, quien le aseguró que le habían sido plenamente perdonados todos sus pecados» (LM 6). Él quiso que todos participaran de su experiencia personal de la misericordia de Dios, y pidió y obtuvo la indulgencia plenaria para quienes, arrepentidos y confesados, llegaran como peregrinos a la iglesia, a fin de recibir el perdón de los pecados y la sobreabundancia de la gracia divina.
4. A cuantos, con auténtica actitud de penitencia y reconciliación, siguen las huellas del Poverello de Asís y acogen la indulgencia de la Porciúncula con las disposiciones interiores requeridas, les deseo que experimenten la alegría del encuentro con Dios y la ternura de su amor misericordioso. Este es el «espíritu de Asís», espíritu de reconciliación, oración y respeto, que deseo de corazón constituya para cada uno estímulo a la comunión con Dios y con los hermanos. Es el mismo espíritu que caracterizó el encuentro de oración por la paz con los representantes de las religiones del mundo, a quienes acogí en la basílica de Santa María de los Ángeles el 27 de octubre de 1986, acontecimiento del que conservo un vivo y grato recuerdo.
Con estos sentimientos, también yo me dirijo en peregrinación espiritual a esa celebración de la indulgencia de la Porciúncula, que se desarrolla en la basílica restaurada de la Bienaventurada Virgen María, Reina celestial, ya en el umbral del gran jubileo de la Encarnación de Cristo. A la Virgen, hija elegida del Padre, encomiendo a cuantos, en Asís y en cualquier otra parte del mundo, quieren recibir hoy el «perdón de Asís», para hacer de su corazón una morada y una tienda para el Señor que viene. A todos imparto mi bendición.
* * *
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TEXTOS DE LA MISA
DE SANTA MARÍA DE LOS ÁNGELES
DE LA PORCIÚNCULA
Antífona de entrada Jdt 13, 23. 25.
El Señor Dios te ha bendecido, Virgen María, más que a todas las mujeres de la tierra; ha glorificado tu nombre de tal modo, que tu alabanza está siempre en la boca de todos.
Oración colecta
Concédenos, Señor,
por intercesión de la Virgen, Reina de los Angeles,
cuya gloriosa fiesta celebramos hoy,
que participemos como ella de la plenitud de tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
Se gloría en medio de su pueblo
Lectura del libro del Eclesiástico 24, 1-4. 16. 22-31.
La Sabiduría hace su propio elogio,
se gloría en medio de su pueblo.
Abre la boca en la asamblea del Altísimo
y se gloría delante de sus Potestades.
Yo salí de la boca del Altísimo
y como niebla cubrí la tierra;
habité en el cielo
con mi trono sobre columna de nubes.
Eché raíces en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Como el terebinto extendí mis ramas,
ramas magníficas y graciosas.
Como vid eché hermosos sarmientos
y mis flores dieron sabrosos y ricos frutos.
Yo soy la madre del amor,
del temor, de la ciencia
y de la santa esperanza.
Venid a mí los que me amáis,
y saciaos de mis frutos;
mi nombre es más dulce que la miel,
y mi herencia mejor que los panales.
El que me come tendrá más hambre,
el que me bebe tendrá más sed.
El que me escucha no fracasará,
el que me pone en práctica no pecará.
Salmo responsorial Lc 1, 46-55.
V/. El Poderoso ha hecho obras grandes por mí,
su nombre es santo.
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador.
Porque ha mirado la humillación de su esclava,
desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.
Y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón.
Derriba del trono a los poderosos,
enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
SEGUNDA LECTURA
Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas 4, 3-7.
Hermanos: Nosotros, cuando éramos menores de edad,
vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo.
Cuando se cumplió el tiempo,
envió Dios a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la Ley,
para rescatar a los que estaban bajo la Ley,
para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos,
Dios envió a vuestros corazones
al Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá! (Padre).
Así que ya no eres esclavo, sino hijo;
y si eres hijo, eres también heredero
por voluntad de Dios.
Aleluya Lc. 1, 28. 42.
Aleluya, aleluya.
Alégrate, llena de gracia
el Señor está contigo.
Bendita tú entre las mujeres.
Aleluya.
EVANGELIO
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1, 26-33.
En aquel tiempo,
el ángel Gabriel fue enviado por Dios
a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José,
de la estirpe de David;
la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando a su presencia, dijo:
-Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo;
bendita tú entre las mujeres.
Ella se turbó ante estas palabras,
y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
-No temas, María,
porque has encontrado gracia ante Dios.
Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo
y le pondrás por nombre Jesús.
Será grande, se llamará Hijo del Altísimo,
el Señor Dios le dará el trono de David su padre,
reinará sobre la casa de Jacob para siempre,
y su reino no tendrá fin.
Oración sobre las ofrendas
Jubilosos de poder celebrar
la festividad de la Madre de tu Hijo,
te ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza,
y te suplicamos que, por estos sagrados misterios,
se acrecienten en nosotros los frutos
de la redención eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
PREFACIO
V/. El Señor esté con vosotros.
V/. Levantemos el corazón.
V/. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Y alabar, bendecir y proclamar tu gloria
en la festividad de santa María de los Angeles.
Porque ella concibió a tu único Hijo
por obra del Espíritu Santo,
y, sin perder la gloria de su virginidad,
derramó sobre el mundo la luz eterna,
Jesucristo, Señor nuestro.
Por él,
los ángeles y los arcángeles
y todos los coros celestiales
celebran tu gloria,
unidos en común alegría.
Permítenos asociarnos a sus voces
cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo...
Antífona de comunión Lc 1,48.
Me felicitarán todas las generaciones porque Dios ha mirado la humillación de su esclava.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso,
que este sagrado banquete aproveche
a los que veneramos la memoria de la Virgen María,
Reina de los ángeles,
para que celebremos cada vez más
la inmensa misericordia de tu Hijo,
y la busquemos siempre con sincero corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
* * *
LITURGIA DE LAS HORAS
L A U D E S
Invitatorio
Ant. Adoremos a Cristo, esposo de la Iglesia, al celebrar la memoria de la Virgen María.
Himno
Cuando el joven Francisco ha dejado
algazaras mundanas y fiestas,
una voz desde el cielo le dice:
«Ve, Francisco, repara mi Iglesia».
Y allá va mansamente Francisco
derramando humildad y pobreza,
y pidiendo por calles y plazas:
«¿Quién me da de limosna una piedra?»
Y se mete a albañil con denuedo,
reparando tabiques y grietas,
y levanta la pobre iglesita
que será su tesoro en la tierra.
Y a sus hijos les dice tajante:
«Si os echaren un día de ella,
entraréis por aquella ventana
si no os dejan entrar por la puerta».
¡Capillita de Santa María,
relicario de santa pobreza!
En ti quiere morar san Francisco
cuando ve que la muerte se acerca.
Y son mudos testigos sus piedras
de la dulce plegaria postrera,
que cantando con suaves acentos
elevara Francisco en la tierra.
Demos gloria al Padre y al Hijo
como el dulce Francisco les diera,
y al Espíritu, gracia divina,
que morando en las almas se queda. Amén.
Salmodia
Ant. 1. Bendita entre las mujeres y bendita en la morada del Señor.
Salmo 62
El alma sedienta de Dios
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Ant. Bendita entre las mujeres y bendita en la morada del Señor.
Ant. 2. Alégrese vuestra alma por su misericordia y no os avergoncéis de alabarla.
Cántico de los tres jóvenes
Toda la creación alabe al Señor
Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Angeles del Señor, bendecid al Señor;
cielos, bendecid al Señor.
Aguas del espacio, bendecid al Señor;
ejércitos del Señor, bendecid al Señor.
Sol y luna, bendecid al Señor;
astros del cielo, bendecid al Señor.
Lluvia y rocío, bendecid al Señor;
vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego y calor, bendecid al Señor;
fríos y heladas, bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas, bendecid al Señor;
témpanos y hielos, bendecid al Señor.
Escarchas y nieves, bendecid al Señor;
noche y día, bendecid al Señor.
Luz y tinieblas, bendecid al Señor;
rayos y nubes, bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,
ensálcelo con himnos por los siglos.
Montes y cumbres, bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra, bendiga al Señor.
Manantiales, bendecid al Señor;
mares y ríos, bendecid al Señor.
Cetáceos y peces, bendecid al Señor;
aves del cielo, bendecid al Señor.
Fieras y ganados, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres, bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor;
siervos del Señor, bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos, bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,
alabado y glorioso y ensalzado por los siglos.
Ant. Alégrese vuestra alma por su misericordia y no os avergoncéis de alabarla.
Ant. 3. Yo amo a los que me aman, y los que madrugan por mí me encuentran.
Salmo 149
Alegría de los santos
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos:
para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.
Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.
Ant. Yo amo a los que me aman, y los que madrugan por mí me encuentran.
Lectura breve Si 24, 18-20.
En mí está toda gracia de camino y de verdad, en mí toda esperanza de vida y de virtud. Venid a mí, los que me amáis y saciaos de mis frutos; mi nombre es más dulce que la miel, y mi herencia, mejor que los panales.
Responsorio breve
R/. Yo, como vid, * Retoñé. Yo, como vid.
V/. Mis flores y frutos son bellos y abundantes. * Retoñé. Gloria al Padre. Yo, como vid.
Benedictus, Ant. Bendito el Señor, porque hoy ha engrandecido tanto tu nombre, que siempre estará en boca de cuantos tengan memoria del poder de Dios.
Cántico de Zacarías
El Mesías y su Precursor
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por boca de sus santos profetas.
Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.
Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.
Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.
Benedictus, Ant. Bendito el Señor, porque hoy ha engrandecido tanto tu nombre, que siempre estará en boca de cuantos tengan memoria del poder de Dios.
Preces
Elevemos nuestras súplicas al Salvador, que quiso nacer de María Virgen, y digámosle:
Que tu Madre, Señor, interceda por nosotros.
Salvador del mundo, que con la eficacia de tu redención preservaste a tu madre de toda mancha de pecado,
-líbranos a nosotros de culpa.
Redentor nuestro, que hiciste de la Virgen María tabernáculo purísimo de tu presencia y sagrario del Espíritu Santo,
-haz también de nosotros templo de tu Espíritu.
Verbo eterno del Padre, que enseñaste a María a escoger la mejor parte,
-ayúdanos a imitarla y a buscar el alimento que perdura hasta la vida eterna.
Rey de reyes, que elevaste contigo al cielo en cuerpo y alma a tu madre,
-haz que aspiremos siempre a los bienes del cielo.
Señor del cielo y de la tierra, que has colocado a tu derecha a María Reina,
-danos un día el gozo de tener parte en la gloria.
Padre nuestro.
Oración
Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen, Reina de los ángeles, cuya gloriosa fiesta celebramos hoy, que participemos como ella de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.
V Í S P E R A S
Himno
Entre la tierra y el cielo,
una escalerilla blanca;
para sostenerla firme,
ángeles suben y bajan.
Y fijando nuestro ascenso,
arriba, tú, Estrella y Ancla.
Nuestro Padre san Francisco
anima nuestra escalada.
Virgen de la vida pura,
alívianos de la carga
alcanzándonos de Dios
el perdón de nuestras faltas.
Madre de los pecadores,
alienta con tu mirada
nuestros pasos vacilantes
hacia Dios, en la esperanza.
Madre-Virgen de Jesús,
Virgen-Madre de las almas,
pues somos hermanos
suyos llévanos a su morada.
Y serás tú bendecida,
y la Trinidad muy santa
-el Padre, el Hijo, el Espíritu-
por siempre glorificada. Amén.
Salmodia
Ant. 1. Prestad oído y venid a mí; escuchadme y viviréis.
Salmo 121
La ciudad santa de Jerusalén
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios».
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Ant. Prestad oído y venid a mí; escuchadme y viviréis.
Ant. 2. El Señor no nos abandonó, nos dio ánimos para levantar su casa.
Salmo 126
El esfuerzo humano es inútil sin Dios
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
Ant. El Señor no nos abandonó, nos dio ánimos para levantar su casa.
Ant. 3. El Dios de Israel conducirá tus hijos hacia ti con gozo, a la luz de su presencia, con misericordia y justicia.
Cántico de la Carta a los Efesios (1,3-10)
El Dios salvador
Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos
e irreprochables ante él por el amor.
Él nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre,
hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad.
Este es el plan
que había proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas
del cielo y de la tierra.
Ant. El Dios de Israel conducirá tus hijos hacia ti con gozo, a la luz de su presencia, con misericordia y justicia.
Lectura breve Jdt 13, 31.
Bendita seas en todas las tierras de Judá y en todas las naciones. Cuando oigan tu nombre, quedarán asombrados.
Responsorio breve
R/. Eres, hija, * Bendecida por el Señor. Eres, hija.
V/.Pues por tu medio hemos compartido el fruto de la vida. * Bendecida. Gloria al Padre. Eres, hija.
Magníficat, Ant.Bienaventurada Virgen María, tú que eres venero de perdón, madre de la gracia, escúchanos a tus hijos, que proferimos hoy nuestras súplicas en tu acatamiento.
Cántico de la Virgen María
Alegría del alma en el Señor
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.
Magníficat, Ant. Bienaventurada Virgen María, tú que eres venero de perdón, madre de la gracia, escúchanos a tus hijos, que proferimos hoy nuestras súplicas en tu acatamiento.
Preces
Proclamemos las grandezas de Dios Padre todopoderoso que quiso que todas las generaciones felicitaran a María, la madre de su Hijo, y supliquémosle diciendo:
Mira a la llena de gracia y escúchanos.
Oh Dios, admirable siempre en tus obras, que has querido que la Inmaculada Virgen María participara en cuerpo y alma de la gloria de Jesucristo,
-haz que todos tus hijos deseen y caminen hacia esta misma gloria.
Tú que nos diste a María por madre, concede, por su mediación, salud a los enfermos, consuelo a los tristes, perdón a los pecadores,
-y a todos abundancia de salud y de paz.
Tú que hiciste de María la llena de gracia,
-concede la abundancia de tu gracia a todos los hombres.
Haz, Señor, que tu Iglesia tenga un solo corazón y una sola alma por el amor,
-y que todos los fieles perseveren unánimes en la oración con María, la madre de Jesús.
Tú que coronaste a María como reina del cielo,
-haz que los difuntos puedan alcanzar con todos los santos la felicidad de tu reino.
Padre nuestro.
Oración
Concédenos, Señor, por intercesión de la Virgen, Reina de los ángeles, cuya gloriosa fiesta celebramos hoy, que participemos como ella de la plenitud de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo.
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