viernes, 13 de julio de 2018

EL PODER DE LA SANTA MISA

A la hora de tu muerte, tu mayor consolación te la darán las Misas que durante tu vida escuchaste.
Cada Misa que escuchaste te acompañará al Tribunal Divino y abogará por ti para que alcances el perdón.
Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debas pagar por tus pecados, en proporción al FERVOR con que la escuches.
Con la asistencia devota a la Santa Misa rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor. La Santa Misa, bien escuchada, suple tus mayores negligencias y omisiones.
Por una Santa Misa bien escuchada se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros de los que ni siquiera te acuerdas. Por ella pierde también el demonio su dominio sobre ti.
Además, con cada misa, ofreces el mayor consuelo a las almas benditas del Purgatorio.

Una Misa escuchada en vida te aprovechará mucho más que muchas de las que ofrezcan por ti, después de tu muerte.
Con cada misa te libras de muchos peligros y desgracias, en los cuales quizás caerías si no fuera por la Santa Misa.
Acuérdate también de que, con cada una de ellas, acortas tu purgatorio.
Con cada Misa aumentas tus grados de gloria en el Cielo. Porque en ella recibes la bendición del Sacerdote, que Dios ratifica en el cielo.
Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten, invisiblemente, al Santo Sacrificio con suma reverencia.
Con cada misa Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.
Cuando asistimos a la Misa en honor a algún Santo en Particular, dando gracias a Dios por los favores recibidos, por la intercesión de este Santo, nos ganamos su protección y amor especial.
Cada vez que asistamos a una Misa estaría bien que, además de las otras intenciones, tuviéramos la intención de honrar al Santo del día.
JUAN J. CLENNON
Arzobispo de St. Louis

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