…y cada día que pasa, sigo recibiendo ese mismo premio, ese regalo, una enseñanza.
Hace unas semanas mientras disfrutamos de las vacaciones decidimos en familia que era la hora de sacar las rueditas de la bici. Al principio no te gusto y casi no querías usarla, sin embargo, poco a poco te fuiste animando. ¡Pero solo si no me sueltan! -decías con el seño fruncido y los brazos cruzados. Todas las tardes del fin de semana de carnaval salimos los tres a dar vueltas a la manzana con la bici. ¡No me suelten! -gritabas cada vez que sentías que te soltabamos para que siguieras sola.
¿Hubo caídas?, una sola fue con golpe y un pequeño raspón que ni sangró, pero ni bien llegaste a casa le contaste a mamá, a la abuela, pero casi como quien muestra un premio, “una herida de guerra”. El sábado a la tarde nos visitaron las Hermanitas de Roldan y te dijeron: – Vas a ver Guadi que la próxima vez que nos veamos vas a estar andando sola sin problemas. Y se te iluminaron los ojos mientras seguías yendo y viniendo por la vereda, dándole a un pedal con un pié y buscando un envión de la vereda con el otr
Cuando terminó el fin de semana, habías perdido el miedo y el equilibrio casi era perfecto, solo faltaba practica. Mamá te contó que ella aprendió en ese mismo pasillo tomándose de la pared y desde ese momento cada mañana y cada tarde después de la siesta pedías lo mismo: -¿puedo bajar a andar en la bici por el pasillo? Ibas y venías, dando tumbos y pataditas sin parar de la puerta al fondo y del fondo a la puerta.
Pasaron tres días y salimos a comprar algunas cosas hasta la avenida. ¿Puedo llevar la bici? -pregunta repetida. Y salimos despacito por la vereda. Las tres cuadras te pasó lo mismo, cada vez que íbamos llegando a la esquina comenzabas a pedalear sin problemas y tenías que parar 😦
Al salir del último negocio, a mitad de la cuadra por avenida alberdi, volviste a montar decidida la bici y mientras trataba de alcanzarte y decirte ¡Cuidado que viene mucha gente! ¡Cuidado el cochecito con el bebe!, vos esquivabas a unos y otros y sin pensarlo atravesaste media cuadra sin caerte ni detenerte hasta llegar a la esquina. Ese fue uno de esos momentos en que el mundo se detiene, nada importa más que disfrutar y ser testigo. Saltabas, elevabas tus brazos al cielo cual ganadora de una competencia internacional y gritas de alegría 20180221_123049¡Pude! ¡Pude! ¡No me caí!!!
El regreso fue diferente, aunque ibas dando algunos tumbos, la confianza, la alegría y saber que podías hizo que fueras más rápido y sin tantos problemas. Por la tarde en el espacio de la parroquia fuiste y viniste sin caerte y disfrutando de haber aprendido algo que tanto te había costado.
¡Felicitaciones! Cada vez que tengas un obstáculo que vencer y te parezca imposible, no dejes de recordar este momento y tantos otros que has ido venciendo y en los que agradezco a Dios poderte acompañar.
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