¡Buenos días, gente buena!
16 de febrero de 2020
VI Domingo Ordinario A
Evangelio
Mateo 5, 17-37
En aquel tiempo, Jesús dijo: No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos. Les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.
Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: "No matarás", y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego. Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.
Ustedes han oído que se dijo: "No cometerás adulterio". Pero yo les digo: El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Si tu ojo derecho es para ti una ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti: es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. Y si tu mano derecha es para ti una ocasión de pecado, córtala y arrójala lejos de ti; es preferible que se pierda uno solo de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehena. También se dijo: "El que se divorcia de su mujer, debe darle una declaración de divorcio". Pero yo les digo: El que se divorcia de su mujer, excepto en caso de unión ilegal, la expone a cometer adulterio; y el que se casa con una mujer abandonada por su marido, comete adulterio.
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: "No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos al Señor". Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la Ciudad del gran Rey. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos. Cuando ustedes digan «sí», que sea sí, y cuando digan «no», que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.
Palabra del Señor
El alma profunda de la ley
Es un evangelio de vértigo. Y, ¿cómo es posible? También María lo preguntó al ángel aquel día, pero luego dijo a Dios: que se haga tu voluntad, modélame en tus manos, a mí tu tierno barro, transfórmame el corazón… Y dio a luz a Dios. También nosotros, como ella, podemos llevar a Dios al mundo: dar a luz amor.
Han oído que se dijo… pero yo les digo. Jesús no contrapone a la antigua moral una super moral mejor, sino que descubre el alma secreta de la ley: su Evangelio no es una moral sino una desbordante liberación. Jesús no es ni laxo ni rigorista, no es más rígido ni más condescendiente que los escribas: él hace otra cosa, toma la norma y la saca adelante, la hace abrirse como una flor, en dos direcciones definitivas: la línea del corazón y la línea de la persona.
Jesús lleva a plenitud la ley y nace la religión de la interioridad. Fue dicho: no matarás; pero yo les digo: quien se enoje con su propio hermano, es decir, quien alimenta rabias y rencores, ya es en su corazón un homicida. Jesús va a la fuente: vuelve al corazón y sánalo, sólo así podrás sanar tus actitudes. Vuelve al corazón y custódialo pues es la fuente de la vida. No juren en absoluto; digan si o digan no. Al prohibir el juramento viene prohibida la mentira. Di la verdad siempre y no necesitas jurar.
Cumple la ley en la línea de la persona: si tú miras a una mujer y la deseas, ya eres adúltero. No dice simplemente: si tú, hombre, deseas a una mujer; si tú , mujer, deseas a un hombre. El deseo es algo que sirve en la vida. Dice: si miras con deseo, y quiere decir: si te acercas a una persona para seducir o poseer, si reduces al otro a un objeto, tú pecas contra la grandeza de esa persona.
Cometes adulterio en e sentido original del término adulterar: tú alteras, falsificas, manipulas, haces miserable a la persona. Le robas el sueño de Dios, la imagen de Dios. Pecas no contra la moral sino contra la persona, contra la nobleza y la profundidad de la persona.
Entonces, ¿qué es la ley moral? Escucha a Jesús y entiende que la norma es salvaguarda de la vida, cuidado de lo que nos hace crecer o disminuir en humanidad. Escucha estas palabras que están entre las más radicales del Evangelio y entiende que se convierten en las más humanas, porque Jesús sólo habla en defensa de la humanidad del hombre, con las palabras propias de la vida.
Entonces el Evangelio se hace fácil, muy humano, aun cuando dice palabras que desconciertan. Porque n agrega carga a la fatiga, no clama a héroes duros y puros, no se dirige a santos, sino a personas auténticas, simplemente a hombres y mujeres sinceros de corazón.
¡Feliz Domingo!
¡Paz y Bien!
No hay comentarios. :
Publicar un comentario