lunes, 28 de enero de 2019

Pidamos al Sagrado Corazón, por el clero y las órdenes religiosas



PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR EL CLERO Y LAS ÓRDENES RELIGIOSAS

I
Si el Papa es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, el Clero y las Ordenes religiosas son sus brazos. De ellos se sirve para obrar el bien y promover el servicio de Dios: por esto los sacerdotes y religiosos son tan aborrecidos de la impiedad, que a toda hora anda ella procurando o bien destruirlos o bien corromperlos. Dediquemos, pues, hermanos este día de hoy a rogar por tan importante necesidad.

Pidamos al Sagrado Corazón que encienda y abrase en celo y caridad el alma de sus sacerdotes y religiosos y religiosas, para que por su medio gane cada día terreno el Reino de Dios sobre la tierra, y se conquisten nuevas almas para la gloria celestial. Que sea perfecta en ellos la observancia de las leyes eclesiásticas; que brillen en el pueblo por la pureza de las costumbres; por el desinterés; la obediencia; la humildad y el espíritu de sacrificio.

¡Oh Corazón de Jesús! ¡Mira cómo está el mundo, y la necesidad que hay de que trabajen buenos obreros en él! ¡Oh Padre de familias, manda buenos trabajadores a tu Viña. Hazlo, Corazón Divino, por tu gloria y por la salvación de tantas almas que has confiado a la dirección de tus ministros.

Te lo suplicamos muy especialmente, Sagrado Corazón, en este día de tu devoto Mes.

Medítese unos minutos.

II
Como sean los sacerdotes y las Casas religiosas, tales serán los seglares que viven a su alrededor. ¡Ay del pueblo donde reina hasta en los ministros del santuario, el desorden o siquiera la negligencia! ¡Cuánto debe interesarnos ante el Sagrado Corazón esta necesidad!



¡Oh Corazón Divino! Da celosos pastores a tus ovejas, ardientes anunciadores a tu palabra, fieles dispensadores a tus Sacramentos. Aviva en las almas que en los Institutos religiosos has escogido como especial porción tuya, y que más estrechamente te están ligados por medio de los votos. Dales el espíritu de oración, la vida mortificada, el reconocimiento interior, la ejemplar observancia.

¡Señor! Tú has dicho: "Un poco de levadura hace fermentar toda la masa". Y ¿quiénes son la levadura de tu pueblo, sino estas almas que Tú has escogido de la masa común de él? Envía santos religiosos, ¡Señor! envía almas de superior perfección, y se transformará el mundo.

Medítese, y pídase la gracia particular.

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