martes, 1 de enero de 2019

Mié 2 Ene Evangelio del día Octava de Navidad - Año Par

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“ En medio de vosotros hay uno que no conocéis ”
Primera lectura
Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 2,22-28
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna. Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas –y es verdadera y no mentirosa– según os enseñó, permanecéis en él. Y ahora, hijos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su venida.

Salmo
Sal 97 R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.


Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.

Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según san Juan 1,19-28
Éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.

Reflexión del Evangelio de hoy
Ésta es la promesa que nos hizo: la vida eterna
Comienzo por decirles la dificultad  que tengo para comentar este texto, tan lleno de contrastes extremos y también la limitada formación sobre una cultura en la que fue escrito y que no es la nuestra. No me gustaría hacer decir al texto, algo que no dice o sugiere. Quiero confiar en  su otra promesa: les enviaré el Espíritu Santo. Les invito a que le dejemos espacio.

La lectura comienza con una pregunta que lleva ya en ella la respuesta. Para S. juan, la mentira por excelencia está relacionada con la negación de la dignidad de Jesús, de ahí esa afirmación tan rotunda que señala. Jesús no sólo trae la verdad, sino que Él, es la verdad. Para este texto no hay matices, ni grises, ni aproximaciones. En un extremo está la Verdad = Jesús, el Cristo; en el otro extremo, aquel que no reconoce o niega la Verdad y por ello es mentiroso, es el anticristo.  Hoy día, creo yo no se colocaría sobre esas personas que niegan a Cristo el calificativo de “mentiroso o anticristo”. Hemos de pensar que la iglesia de esa época estaba llevando una gran lucha con diferentes sectas que cuestionaban la sana doctrina. De ahí nos llega esta rotundidad en los escritos. Bien es verdad  que hoy también necesitamos ser claros en nuestra vida.

De esta lectura lo que más  llama la atención y me anima a vivir con sentido, es las  repetidas veces que usa el verbo "permanecer". Un verbo que habla de fidelidad, de perseverancia,  creo que el mensaje central es claro: se nos invita a "permanecer en Él"; es decir, a vivir en fidelidad a lo que hemos recibido, a morar en Él, a quedarnos con Él, sin dejarse engañar. Permanecer en la “doctrina” es permanecer en comunión con Cristo y con Dios Padre, ungidos y movidos por su Espíritu,  ésta es la clave fundamental.

Sabemos  que  ese verbo repetido, hoy,  no suena bien. Estamos tan habituados a cambiar, a ir de novedad en novedad, que permanecer puede sonarnos a no avanzar al ritmo de los tiempos, a quedarnos detenidos en el pasado. Nada de esto. Permanecer significa “no anteponer nada a Cristo". Al actuar así notaremos que nuestra vida tiene raíces profundas.

En medio de vosotros hay uno que no conocéis
El evangelio  recoge  la respuesta a la investigación abierta sobre Juan, debido precisamente al testimonio visto en vv. 15-18; que, entre otras cosas, ha puesto en tela de juicio la figura de Moisés en favor de un nuevo personaje: Jesús.

El autor ha creado el montaje de un proceso judicial. Juan Bautista  desempeña, el papel de testigo en favor de Jesús. Los judíos de Jerusalén son el ministerio fiscal religioso que envía a sus agentes a investigar  la personalidad del testigo,  que realiza “algo”  que no está claro por qué lo hace y cómo se atreve a hacerlo.  Sienten que ese profeta no está bajo su control y les causa peligrosas sospechas. Se nos presenta  un verdadero careo.

Dejemos que la claridad y rotundidad  de las respuestas del testigo nos sorprendan y nos cuestionen: no es, no es…; los enviados sienten su misión casi fracasada. No pueden volver con las manos vacías y he aquí la mejor pregunta.   Podemos agradecerles su insistencia, con ello vamos a tener una increíble y profunda presentación del testigo y de aquel a quien defiende, salida  de los propios labios del Bautista. “Yo soy la voz que grita…”  Con esta respuesta, los fariseos quedan aún más sorprendidos y van a continuar con el interrogatorio: Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?”

Su respuesta es el gran testimonio  de un testigo, de un creyente que conoce y acepta su misión, su vocación, su llamada y que la llevara a cabo hasta el final, hasta el martirio

Si Juan es la voz, Jesús es la Palabra, es Aquel que está ya “en medio de vosotros y no conocéis”. Está proclamación, podemos acogerla y orarla, dirigida a nosotros, a nuestras comunidades, a la iglesia, a nuestro mundo. Pidamos al Espíritu, un amor apasionado para acoger esa Palabra y luz-creativa para vivirla y anunciarla.

Un feliz y esperanzador año 2019.



Hna. Virgilia León Garrido O.P.
Congregación Romana de Santo Domingo

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