martes, 18 de diciembre de 2018

Navidad, un canto del Amor Divino

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ORAR CON EL CORAZÓN ABIERTO
Meditaciones diarias para un sincero diálogo con Dios

La Navidad es para mí como un canto del Amor Divino. Amor Divino el de ese Niño que, recostado en un pesebre, te abre el corazón para recibir la abundancia de su gracia. ¿Cómo es posible que perdamos con tanta frecuencia la capacidad de entender que el amor divino es capaz de transformar y trascender todo en nuestra vida? ¿Por qué nos cuesta tanto confiar en esta fuerza e, incluso, en los milagros que se provienen de ella? Los seres humanos tendemos a dejarnos llevar por la tristeza, la decepción, las dudas, los miedos, los temores, las dificultades, las angustias… todo esto nos invade y cuando se asienta en nuestros pensamientos y emociones frenan nuestro crecimiento interior y bloquean determinados aspectos de nuestra vida.
Pero en Navidad contemplas al Niño recostado en el pesebre, arropado por José y María, y no puedes más que ver al Amor Divino. Amor Divino que es la paz, la alegría, la confianza, la armonía, la fe, el valor, la esperanza, la bondad, la gracia, la libertad, la compasión, la sabiduría, el perdón, la humildad, la unión, el valor, la espera, la misericordia, la sinceridad, la entrega, el servicio, la magnanimidad, el respeto, la sinceridad… cualidades todas ellas del corazón divino de Cristo que llega a nuestro propio corazón cuando se abre a la gracia y rompe lo que nos bloquea y angustia.
El Amor Divino te enseña a amar sin condiciones, a entregarte sin condiciones, a servir sin condiciones, a vivir alimentados de este gran Amor. El Amor Divino te permite reconocer en tu propia alma la profundidad de su trascendencia.

El tiempo de Navidad es el más adecuado para dejarse impregnar de este Amor Divino que, como un rayo, lo llena todo de amor, compasión y alegría. El Amor Divino te permite tomar conciencia de tu realidad y saber que puedes convertirte en ese rayo de esperanza, de amor y de alegría que caliente a todos los que están a tu alrededor. Ese rayo abrasador penetra en el corazón del prójimo y corresponde al Amor Divino abrasar su corazón, su alma y su conciencia por medio de la gracia.
¡Bendita sea la Navidad que nos da la oportunidad de abrir nuestro corazón al Amor Divino manifestado en un niño nacido en un portal!

¡Niño Jesús, Emmanuel, Dios con nosotros, Dios que salva, ilumíname interiormente y haz que tu luz brille en mi corazón para que disipe toda oscuridad! ¡Envuelve, Niño Dios, tu luz en mi alma para que esté dispuesta alimentarse de Tu Palabra! ¡Dios con nosotros, tu eres la luz que ilumina mi vida porque tu amor es eterno! ¡Tu que habitas, Niño Dios, en el misterio de la luz inefable y has creado la luz, guía mis pasos para convertir mis oscuridades en luz! ¡Niño Dios, que eres la luz que brilla en la oscuridad, inunda mi corazón con tu amor para que a través de tu luz y con la fuerza del Espíritu Santo, caminar en tu luz! ¡Envía tu luz y tu verdad para que resplandezcan en mi alma, porque ya sabes de que soy tierra estéril que necesita de tu luz para dar fruto! ¡Niño Dios, derrama sobre mí las gracias del cielo y haz que llueva sobre esta tierra árida la gracia del Espíritu Santo y las fecundas aguas de la piedad, del amor, de la entrega, de la generosidad para que produzca frutos buenos y saludables en mi entorno familiar, social y profesional!


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