No permitas que nada ni nadie te haga sentir que no tienes ningún valor, o que el desprecio de otros te dañe emocionalmente
Las personas optimistas creen que siempre pueden dar lo mejor de sí a medida que avanza en su fututo. Al despertar, lo hacen con alegría y no consiguen ninguna razón para no ser mejores en esta nueva oportunidad de vida, y tienen mucha razón.
Así, debemos ser los cristianos, dar lo mejor de nosotros cada día, ser optimistas y alegres, en donde las circunstancias y los fracasos anteriores no deben importarnos ni pesarnos, por el contrario, estas deben ser trampolín hacia una nueva y mejor versión de nosotros mismos. Con fe y esperanza, esperamos una mejoría en la vida.
Pero, en cambio, se encuentran los que siembran desesperanzas y fracasos, los que ven lo malo de cada cosa y a través de ellas quieren que los demás también experimenten y vean la vida como ellos la ven.
Este tipo de personas van por la vida como si su misión fuese romper sueños e ilusiones de la gente. Estos son los pesimistas. Ellos han elegido un tipo de vida donde los resultados negativos son los que pesan en su estilo de hacer las cosas.
Ellos no miran el futuro como una oportunidad más, sino que ven un futuro sombrío, un futuro oscuro que anhelan sembrar en los demás como causa de sus propios fracasos. A menudo, ellos basan su vida en el pasado, donde les gusta pasar un buen rato
¡Cuidado con los que siembran desesperanzas y calamidades!
Hay muchos en este mundo que tienen la penosa costumbre de sembrar dudas entre lo demás, muchos de ellos están entre nosotros, compañeros de trabajos, "amigos" e incluso familiares cercanos.
Viven distorsionando la realidad y agigantando el peso de las calamidades, con eso, solo quieren esparcir sus temores internos a los demás, son los que llamamos los asesinos de esperanzas, los que abonan en el campo de los abandonos y de la sequía.
Generalmente estas personas, tiene una espiritualidad muy débil, se profundizan más que todos en aquello que es intelectual y lógico. En tiempos de Jesús, existían muchos de ellos.
Pero Jesús, con mucha paciencia y mucha caridad, soporta las peores desesperanzas de su pueblo, las peores acusaciones y las más fuertes denuncias. Ellos intentaron doblegarlo, pero Jesús nunca se desanimó, prosiguió con su misión de anunciar el Amor y el Perdón del Padre bueno que a todos nos espera.
Tenemos que aceptar que, en medio de nosotros, siempre tendremos a esos sembradores de calamidades, esos que, con sus falsedades, intentarán golpearnos el alma, para que nos sintamos abatidos y presos de los miedos que ellos mismos padecen, y así abandonemos nuestra fe y nuestra esperanza.
Ellos sólo persiguen que todos a su alrededor, sientan sus miedos y sus derrotas. Jesús nos enseña a resistir, a ser auténticos y por sobre todo nos enseña que tenemos que ser perseverantes, aún en las peores circunstancias.
¿Qué hacer?
Como buenos cristianos, ¿cuál debe ser nuestra respuesta ante este tipo de personas?... ¡Cuidado!, el mundo te dice: "aléjate de las personas tóxicas" como comúnmente le dicen, pero, ¿acaso Jesús se alejó de Pedro, sabiendo que este lo negaría? ¿Él se alejó de la conducta violenta de Juan y Santiago, apodados los hijos de trueno debido a que eran impulsivos? o que tal del incrédulo Tomás, ¿lo hizo separar del grupo?...
Todos los discípulos de Jesús tenían grandes defectos, ellos no habían comprendido bien el mensaje de Jesús, su mensaje de fe y amor. Jesús nunca se alejó de ellos y a través de sus manifestaciones de compasión, de misericordia y de fe, cada uno de ellos comenzó a experimentar una transformación en su corazón, ¡todos menos uno!, que ya se había cerrado al amor.
Es el mejor ejemplo que debemos seguir si queremos también que estas personas experimenten un cambio en sus vidas, mostrarles manifestaciones de amor, esforzarnos en mostrarles que, a través de la fe y la perseverancia, todo se puede alcanzar.
Pocos serían los conversos si aquellos Santos de toda la historia de la Iglesia, no hubiesen perseverado a través de su ejemplo de fe y fidelidad a Cristo, en transmitir el amor, la compasión y el perdón de Dios, haciéndoles ver a los demás que, más allá de cualquier prueba, adversidad o circunstancia difícil, hay Alguien que nos espera, está la máxima felicidad que podamos lograr tener en el momento de nuestro nacimiento al Cielo.
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