ASCENSIÓN DEL SEÑOR ( si se celebra el domingo 29 mayo)
De Corazón a corazón: Hch 1,1-11 (“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo… seréis mis testigos… así vendrá”); Heb 9,24-28; 10,19-23 (“Cristo penetró en el mismo cielo… tenemos plena seguridad de entrar en el santuario en virtud de la sangre de Cristo”; Lc 24,46-53 (“fue llevado al cielo”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: La Ascensión del Señor indica su nueva presencia entre nosotros (cfr. Mt 28,20). Nuestra vida está injertada en la misma vida de Cristo. No nos ha dejado solos. Ocupamos un puesto peculiar en su Corazón, participando de su misma vida. Él ya comparte con nosotros su glorificación. Quiere seguir construyendo la historia por medio de nosotros, que somos su familia (“Iglesia”), su “complemento”, la visibilidad de su donación. El Espíritu Santo, que formó a Jesús en el seno de María, nos transforma ahora (en el corazón de María y de la Iglesia) en testigos del nuevo proyecto de Dios Amor.
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: Para vivir esta realidad, hay que pasar días de “cenáculo” “con María la Madre de Jesús” (Hch 1,14), revisando la propia vida e implorando el Espíritu Santo. “La Santa Virgen María junto a los apóstoles rezaban, partían el Pan y vivían la caridad con todos. Por su intercesión, la liturgia de la Iglesia haga presente hoy y siempre este modelo de vida cristiana” (Papa Francisco, P.Inst.Lit., 7 mayo 2022).
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