domingo, 11 de julio de 2021

Reflexión 192: Amar a Dios en los buenos y en los malos tiempos

 



Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina
Reflexión 192: Amar a Dios en los buenos y en los malos tiempos
Es fácil "amar" a Dios cuando todo está bien. Pero cuando todo está bien, nuestro amor no se pone a prueba. La prueba que proviene del sufrimiento humano aclara nuestro amor por Dios. Esto puede ser muy fructífero para nuestra vida espiritual. Es fácil creer que las dificultades en la vida no son más que cargas tristes y desafortunadas y deben evitarse a toda costa. Aunque seríamos tontos si creáramos dificultades intencionalmente, cada uno de nosotros tendrá su parte de ellas en esta vida. Por lo tanto, cada dificultad y sufrimiento en la vida debe ser aceptado como una oportunidad para que usted aumente su confianza en Dios y, al hacerlo, aumente su amor por Él. Cuán bienaventurada es el alma que sufre mucho en esta vida al elegir amar a Dios en todo momento, haciendo de ese sufrimiento la fuente de su aumento en santidad (Ver Diario# 1014).
¿De qué te quejas cada día? ¿Qué es lo que te agobia? Con demasiada frecuencia huimos de estas cargas o nos enojamos. Trate de ver sus luchas bajo una nueva luz. Trate de verlos como oportunidades para profundizar su confianza y su amor. Cada sufrimiento y cada carga en la vida tiene el potencial de ser infundidos con el poder espiritual de la Cruz. Al abrazarlos con amor, abrazamos la Cruz. Y al abrazar la Cruz, amamos a Dios aún más. No creas que las dificultades te acarrean una mala calidad de vida. Reconózcalos por lo que son como resultado de la gracia. Son oportunidades para la santidad y para un aumento en la recepción de la Misericordia de Dios.
Señor, cuando me deprima, enoje o desespere en la vida, por las dificultades que soporto, ayúdame a usar esa lucha como una oportunidad para una mayor confianza. Señor, deseo correr a la Cruz y recibir el amor que brotó de Tu Cruz para llegar a ser más como Tú en todas las cosas. Aumenta mi amor, querido Señor, especialmente a través de cada sufrimiento en la vida que te entrego. Jesús, en Ti confío.




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