PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
«Dice el Señor: Convertíos a mí de todo corazón, con ayunos, llantos y lamentos; rasgad vuestros corazones, no vuestros vestidos, y convertíos al Señor Dios vuestro, un Dios compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del castigo» (Joel 2,12-13).
Pensamiento franciscano:
Oración de san Francisco: «Omnipotente, santísimo, altísimo y sumo Dios, Padre santo y justo, te damos gracias porque, así como por tu Hijo nos creaste, así, por el santo amor con que nos amaste, hiciste que Él, verdadero Dios y verdadero hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen la beatísima santa María, y que nosotros fuéramos redimidos por su cruz y sangre y muerte» (1 R 23,3).
Orar con la Iglesia:
Con filial confianza dirijamos nuestra oración al Padre, fuente de la verdad y del bien:
-Para que la Iglesia, fiel al encargo de Jesús, proclame en todas partes la Buena Nueva de la que es portadora.
-Para que los gobiernos no impidan el anuncio de la Palabra a todas las personas.
-Para que los cristianos escuchemos y acojamos con premura la Palabra del Señor, que es espíritu y vida.
-Para que la semilla del Evangelio caída en nuestro corazón, crezca y dé fruto centuplicado.
Oración: Acoge, Padre, las oraciones que con fe y esperanza te hemos dirigido. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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