PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
Entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Marta, en cambio, andaba muy afanada con los muchos servicios; hasta que, acercándose, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me eche una mano». Respondiendo, le dijo el Señor: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; solo una es necesaria. María, pues, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada» (Lc 10,28-42).
Pensamiento franciscano:
En su Testamento dice santa Clara a las hermanas: «Amándoos mutuamente con la caridad de Cristo, mostrad exteriormente por las obras el amor que tenéis interiormente, para que, estimuladas por este ejemplo, las hermanas crezcan siempre en el amor de Dios y en la mutua caridad» (TestCl 59-60).
Orar con la Iglesia:
Animados por el ejemplo y la intercesión de santa Marta, que acogió a Jesús en su casa, dirijamos nuestra oración al Señor, que busca y acepta hacer morada en nosotros.
-Por la Iglesia y por todos sus ministros: para que sean testigos del amor con que Cristo acoge a todos.
-Por los creyentes: para que seamos capaces de servir al Señor en nuestros hermanos y, a la vez, de escucharle sentados junto a sus pies.
-Por los cristianos: para que cumplamos nuestras obligaciones en el trabajo, sin apagar ni impedir el espíritu de oración y devoción al que las cosas temporales deben servir.
-Por nosotros mismos: para que nuestras casas y nuestras vidas, por amor a Cristo, sean hogares abiertos y acogedores.
Oración: Señor Jesús, concédenos servirte en nuestro prójimo, animados por el trato asiduo y profundo contigo alimentado en la escucha de tu palabra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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