miércoles, 28 de julio de 2021

Descubriendo las riquezas del cielo 28 de julio de 2021 Miércoles de la Decimoséptima Semana del Tiempo Ordinario

 



Reflexiones diarias católicas
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Descubriendo las riquezas del cielo
28 de julio de 2021
Miércoles de la Decimoséptima Semana del Tiempo Ordinario
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Jesús dijo a sus discípulos: "El Reino de los cielos es como un tesoro enterrado en un campo, que una persona encuentra y vuelve a esconder, y con alegría va y vende todo lo que tiene y compra ese campo". Mateo 13:44

El evangelio de hoy nos presenta dos parábolas muy breves y similares. En el primero, citado anteriormente, el Reino de los Cielos se compara con un "tesoro". En la segunda parábola, el Reino de los Cielos se compara con una "perla de gran precio". Aunque estas parábolas son muy similares entre sí, también hay diferencias sutiles que vale la pena considerar. Parece que el tesoro mencionado en la primera parábola se descubre casi por accidente. La persona simplemente lo “encuentra”. Esto contrasta con la segunda parábola, en la que el comerciante que encuentra la perla de gran precio lo hizo después de "buscarla".

A menudo encontramos el tesoro del Evangelio sin siquiera buscarlo. Lo hacemos cada vez que Dios interviene en nuestras vidas sin que busquemos Su intervención. Por ejemplo, si alguien fuera a ofrecerte un acto de caridad sin que tú lo busques, es Dios dándote un tesoro de Su Reino. O si alguien comparte contigo su fe, o una inspiración que recibió, este es un tesoro que Dios te ha dado. El problema es que muchas veces cuando se nos dan estos tesoros del Evangelio, no siempre los vemos como tesoros. Imagínese, por ejemplo, si la persona de esta parábola tropezara con el tesoro en el campo y no pudiera abrirlo por indiferencia. Lo ven desde la distancia, tienen un poco de curiosidad por lo que hay en la caja, pero no tienen la energía suficiente para abrir la caja y mirar dentro. En ese caso,

Un mensaje claro que revela esta primera parábola es que debemos estar atentos a los innumerables tesoros de las gracias de Dios que nos da cada día. Dios es tan prolífico al ofrecernos gracia, que verdaderamente tropezamos con Su gracia todo el tiempo. Por lo tanto, es esencial tener ojos para percibir sus acciones y oídos para escuchar su voz.

Un segundo mensaje que se da claramente en ambas parábolas es que una vez que descubrimos las gracias que Dios nos da todos los días, debemos fomentar dentro de nosotros un deseo por esas gracias que es tan fuerte que estamos dispuestos a hacer todo lo necesario para obtenerlas. El descubrimiento se realiza mediante el don de la fe, pero el descubrimiento por la fe debe ser seguido con un celo que impulse nuestra voluntad de conformarnos con ese descubrimiento.

Reflexione hoy sobre dos cosas. Primero, ¿ha descubierto los tesoros que Dios le ha dado? Si duda en responder a esta pregunta, lo más probable es que aún haya mucho por descubrir. En segundo lugar, a medida que descubres las riquezas que vienen con el don de la fe, entonces has permitido que lo que Dios te ha dicho te consuma hasta tal punto que estés dispuesto a vender todo lo que tienes, es decir, haz lo que sea necesario. para aceptar aún más todo lo que Dios quiere otorgar? Decídete resueltamente a seguir adelante en esta santa búsqueda y encontrarás que las riquezas de la gracia que obtengas son de un valor infinito.

Mi Señor de todas las riquezas, me concedes a mí y a todos Tus hijos innumerables gracias todos los días. Los tesoros de Tu misericordia son de valor infinito. Por favor, abre mis ojos para que pueda ver y mis oídos para que pueda escuchar para descubrir todo lo que deseas otorgar. Que Tú y las riquezas de Tu Reino se conviertan en el único y absorbente enfoque de mi vida. Jesús, en Ti confío



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