lunes, 4 de mayo de 2020

Reflexión 125: El alma de la víctima


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Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina

¿Sabes que nuestro Señor elige a ciertas personas para una misión específica de sufrimiento? Elige a ciertas personas, que son pocas en número, para parecerse más a Su inocente sufrimiento aquí en la Tierra. Estas almas santas sufren de muchas y variadas formas. Son la continuación del sufrimiento inocente de Jesús mismo. Tienen una misión muy específica en la Tierra y es una misión que requiere el mayor sacrificio imaginable. La buena noticia, para estos pocos elegidos, es que la corona de gloria que les espera en el Cielo hace que cada acto de sufrimiento aquí en la Tierra valga la pena. A través de su sufrimiento, completamente abrazados de alegría, y ofrecidos al Padre a través del Hijo, inventan lo que "falta en los sufrimientos de Cristo" como nos explica San Pablo (Colosenses 1:24). Aunque esta vocación única solo se da a unos pocos de manera profunda,Diario # 604).

¿Qué haces con tus sufrimientos diarios? ¿Lo "ofreces"? Esta invitación de Jesús, para unir nuestros sufrimientos con los Suyos, es un verdadero llamado que tiene más potencial para la gracia que cualquier otra cosa. Es lo que nos hace más como Él. Es el mayor sacrificio que podemos ofrecer y la oración más poderosa que podemos rezar. Piensa en los sufrimientos que encuentras en tu vida. No importa cuáles sean, no huyas de ellos. Trata de abrazarlos y ofrecerlos, alegremente, a nuestro Señor.

Padre celestial, hoy te doy todas mis alegrías, obras y sufrimientos. Te ofrezco especialmente los sufrimientos que soporto. Te ofrezco todas las pequeñas y grandes formas en que experimento sufrimiento, dificultades y dolor en mi vida. Que estos se conviertan en un sacrificio de amor, ofrecido en unión con el único y perfecto sacrificio de Jesús, Tu Hijo. Transforma esta oferta y conviértela en una fuente de gracia en este mundo. Jesús, confío en ti.

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