Reflexiones diarias sobre la Divina Misericordia
365 días con santa Faustina
Reflexión 148: Misericordia para los del Purgatorio
Cuando un ser querido muere, es fácil suponer instantáneamente que está en el Cielo y que ya no necesita nuestras oraciones. Pero uno de los mejores regalos que podemos ofrecer a quienes nos han precedido son nuestras oraciones. Es cierto que cada persona que muere en un estado de gracia (lo que significa que no tiene pecado mortal no arrepentido), eventualmente entrará en las glorias del Cielo. Sin embargo, lo que a menudo podemos olvidar es que para entrar en la gloria completa de la presencia de la Santísima Trinidad, cada último pecado, por pequeño que sea, debe ser eliminado. Este es el Purgatorio, y el Purgatorio es una enseñanza clara y definitiva de nuestra fe. Pero el Purgatorio, en sí mismo, es tan fácilmente incomprendido. No es un lugar al que vamos a ser castigados como resultado de la ira de Dios. Más bien, es un estado en el que entramos en nuestra purificación final a causa del amor de Dios. Es su amor ardiente el que tiene el efecto de purificarnos hasta el último apego que tenemos que pecar. Cada mal hábito, cada omisión de caridad, cada pensamiento desagradable, todo lo que no puede entrar al Cielo con nosotros. El purgatorio es un acto de la Misericordia de Dios y estamos llamados a ayudar a derramar esa Misericordia sobre los demás a través de nuestras oraciones, sacrificios e indulgencias ofrecidas en su nombre después de que pasan de esta Tierra (VerDiario # 748).
Piensa en tus seres queridos que te han precedido. Deja que tu amor por ellos te obligue a orar por ellos, especialmente hoy. Confía en que las oraciones, los sacrificios y las indulgencias que ofreces por ellos son el mayor regalo de Misericordia que puedes dar.
Señor, oro por (menciona a un ser querido que falleció) y oro por Tu Divina Misericordia para inundar su alma. Purifica todo pecado y concédele la entrada a las glorias de tu reino celestial. También oro por todas las almas santas que más necesitan de Tu Misericordia. Jesús, confío en ti.
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