Pues que tú te muestras primero y sales al encuentro a los que te desean
Entre los escritos de san Juan de la Cruz, el Doctor místico, podemos encontrar algunos versos hechos oraciones que han quedado inmortalizados a través de los años por su puño y letra.
Escritos que han influido mucho en la espiritualidad cristiana y que han sido estudiados y admirados por grandes poetas, literatos y científicos; por su extraordinaria belleza que llega a lo profundo del alma.
Que se haga tu voluntad
¡Señor Dios, amado mío! Si todavía te acuerdas de mis pecados para no hacer lo que te ando pidiendo, haz en ellos, Dios mío, tu voluntad, que es lo que yo más quiero, y ejercita tu bondad y misericordia y serás conocido en ellos.
(Extracto de “Oración del Alma Enamorada”)
Tú encuentras quien te desea
¡Oh, Señor Dios mío!,
¿quién te buscará con amor
puro y sencillo
que te deje de hallar
muy a su gusto y voluntad,
pues que tú te muestras primero
y sales al encuentro a los que te desean?
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En Ti mi alma no se desperdicia
¡Oh, cuán dulce será a mí la presencia tuya, que eres sumo bien!
Allegarme he yo con silencio a ti y descubrirte he los pies porque tengas por bien de me juntar contigo en matrimonio a mí, y no holgaré hasta que me goce en tus brazos Y ahora te ruego, Señor, que no me dejes en ningún momento en mi recogimiento, porque soy desperdiciadora de mi alma.
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Ayúdame a llevar mis cruces
Vuestro emblema fue siempre padecer y ser despreciado.
¡Oh, si pudiese yo al menos resignarme en mis tribulaciones,
ya que no soy tan generoso como tú en el padecer y ser despreciado!
A ti, pues, que en tantos sufrimientos fuisteis siempre paciente,
resignado y gozoso, a ti me encomiendo para que me enseñéis a resignarme en mis muchas penas.
Tampoco me faltan fuertes pesares y pesadas cruces, y muy a menudo cansado y desalentado me quedo…,
me abato…, y caigo. Ten compasión de mí, y ayúdame a llevar con resignación y gozo mis cruces,
con la mirada siempre vuelta al cielo. Os tomo por protector mío, por mi maestro y mi guía aquí en la tierra,
para ser vuestro compañero en la patria del Paraíso.
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Concédeme el deseo de imitarte
Concédeme o Cristo
un constante deseo de imitarte
en todas mis acciones.
Ilumina mi espíritu, para que contemplando tu ejemplo,
aprenda a vivir como tu has vivido.
Ayúdame, Señor, a renunciar
a todo lo que no es plenamente
a honor y gloria de Dios.
Y esto por amor tuyo Jesús,
que en la vida querías hacer en todo
la voluntad del Padre.
Oh Señor, haz que yo te sirva
con amor puro y entero,
sin esperar en cambio
éxitos o felicidad.
Que yo te sirva y te ame, oh Jesús,
sin ningún otro propósito
que tu honor y tu gloria.
Amén
Fuente: Las más bellas oraciones de los santos , Francesco Maria Nocelli; sanjuandelacruz.com
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