dominicos
Introducción
A lo largo de sus tres años de vida pública, Jesús no va consiguiendo que su evangelio del Reino de Dios sea admitido por el pueblo judío. Tampoco por sus paisanos de Nazaret. En efecto, Jesús no vuelve a su pueblo para hacer una visita a su familia y a sus compatriotas, sino para revelarles el evangelio que trae de parte de Dios. La compañía de discípulos le avala como un «maestro», como un “rabí”. La fama de Jesús como sanador y hacedor de milagros era conocida por los nazarenos. Así que las cinco preguntas que se hacen sus antiguos vecinos acerca del origen humilde de su familia, de su oficio como obrero de la construcción y de no haber sido discípulo de ningún doctor de la ley no están encaminadas a desacreditar su brillantez como maestro –que es como se ha interpretado siempre esta escena–. Casi con toda seguridad el rechazo de sus paisanos al mensaje de Jesús en la sinagoga de Nazaret fue debido a las cosas tan novedosas y revolucionarias que dijo: el Reino de Dios condensado en las Bienaventuranzas. Esto no encajaba con las creencias de la tradición familiar y con las del pueblo, que esperaban un mesías político y salvador del yugo imperial de los romanos. Por eso se asombraron, "estaban fuera de sí", se escandalizaron y se indignaron ante el discurso de Jesús. El Nazareno contesta al rechazo de sus paisanos con un dicho sobre los profetas, cuyos mensajes siempre fueron críticos con los gobernantes y con la vida de los judíos, como vemos en la primera lectura del profeta Ezequiel. "Ningún profeta es bien recibido entre los suyos" (Jer 11,21). La incredulidad y la hostilidad contra Jesús y contra los profetas provienen, pues, de lo crítico y de lo incómodo que resulta su mensaje. Por la misma razón, Jesús no hizo milagros entre sus paisanos, porque el fin de sus milagros no era demostrar el poder portentoso que tenía, su omnipotencia, para así poder acreditar sus palabras –aunque este el sentido con el que han sido entendidos y predicados los milagros desde la comunidad primitiva (cf. Hech 2,22) y por toda la tradición milenaria cristiana–. Los milagros que realizó Jesús eran expresión del Reino de compasión y de misericordia con el dolor de las personas. Por eso resultaban un escándalo para quienes rechazaban ese Reino de Dios. No es extraño que todas esas actitudes de los judíos y de los vecinos de Nazaret llegaran a producir el asombro de Jesús ante el rechazo de la nueva vida que él mostraba y predicaba.
La mención de los discípulos al principio del relato tiene una gran importancia porque sirve de contraste con la actitud de rechazo de los nazarenos. Se dice que seguían a Jesús. En Marcos, el seguimiento no tiene principalmente el sentido físico de ir detrás, sino que fundamentalmente se refiere a que trataban de identificar su vida con la de Jesús (cf. Mc 2,15; 10,32; 15,41). Por ello, en Nazaret los discípulos aprendieron una lección muy importante de cómo iba a ser en el futuro la aceptación de su predicación sobre el Reino de Dios.
Baldomero López Carrera
Laico Dominico
“ Se extrañó de su falta de fe ”
Evangelio de hoy y lecturas
Primera lectura
Lectura del Profeta Ezequiel 2, 2-5
En aquellos días el espíritu entró en mí, me puso en pie y oí que me decía:
–Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: «Esto dice el Señor.» Ellos, te hagan caso o no te hagan caso (pues son un pueblo re-belde), sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.
Salmo
Sal. 122, 1-2a. 2bcd. 3-4 R: Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia
A ti levanto mis ojos,
a ti que habitas en el cielo.
Como están los ojos de los esclavos
fijos en las manos de sus señores.
Como están los ojos de la esclava
fijos en las manos de su señora,
así están nuestros ojos en el Señor Dios nuestro,
esperando su misericordia.
Misericordia, Señor, misericordia,
que estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada
del sarcasmo de los satisfechos,
del desprecio de los orgullosos.
Segunda lectura
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 12, 7-10
Hermanos: Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un emisario de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces le he pedido al Señor verme libre de él y me ha respondido:
–Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad.
Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.
Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 6, 1-6
En aquel tiempo fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
–¿De dónde saca todo eso? ¿Que sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? ¿Y sus hermanas no viven con nosotros aquí ? Y desconfiaban de él.
Jesús les decía:
–No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe.
Comentario bíblico
de Fray Miguel de Burgos Núñez - Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
También puede ver el comentario de:
El espíritu del verdadero profeta
Iª Lectura: Ezequiel (2,2-5): El profeta, el hombre sin miedo
I.1. La primera lectura de este domingo la tomamos de Ezequiel, y viene a ser como una especie de relato de llamada profética; así es el caso de otros profetas de gran talante (Isaías 6 en el templo; Jeremías 1), porque se debe marcar una distinción bien marcada entre los verdaderos y falsos profetas. En la Biblia, el verdadero profeta es el que recibe el Espíritu del Señor. De esa manera, pues, el profeta no se vende a nadie, ni a los reyes ni a los poderosos, sino que su corazón, su alma y su palabra pertenecen el Señor que les ha llamado para esta misión. Por ello sabemos que los verdaderos profetas fueron todos perseguidos. Es probable que padezcan una “patología espiritual” que no es otra que vivir la verdad y de la verdad a la que están abiertos.
I.2. El pueblo «rebelde» se acostumbra a los falsos profetas y vive engañado porque la verdad brilla por su ausencia. Por eso es tan dura la misión del verdadero profeta. Quizás, para entender todo lo que significa una llamada profética, que es una experiencia que parte en mil pedazos la vida de un hombre fiel a Dios, debemos poner atención en que a ellos se les exige más que a nadie. No hablan por hablar, ni a causa de sus ideas, sino que es la fuerza misteriosa del Espíritu que les impulsa más allá de lo que es la tradición y la costumbre de lo que debe hacerse. Por eso, pues, el profeta es el que aviva la Palabra del Señor.
IIª Lectura: 2ª Corintios (12,7-10): La fuerza de la debilidad
II.1. La segunda lectura es probablemente una de las confesiones más humanas del gran Pablo de Tarso. Forma parte de lo que se conoce como la carta de las lágrimas (según lo que podemos inferir de 2Cor 2,1-4;7,8-12). Es una descripción retórica, pero real. Se habla del «aguijón (skolops, algo afilado y punzante) de su carne» es toda una expresión que ha confundido a unos y a otros; muchos piensan en una enfermedad. Es la tesis más común, de una enfermedad crónica que ya arrastraba desde lo primeros tiempos de la misión (cf Gal 4,13-15). Pero no habría que descartar un sentido simbólico, lo que apuntaría probablemente a los adversarios que ponen en entredicho su misión apostólica, ya que habla de un «agente de Satanás». Aunque bien es verdad que en la antigüedad el diablo escudaba los tópicos de todos los males, reales o imaginarios. ¿Es algo biológico o psicológico? En todo caso Pablo quiere decir que aparece “débil” ante los adversarios, que están cargados de razones. Quiere combatir, por el evangelio que anuncia y por él mismo, desde su experiencia de debilidad; las que los otros ven en él y la que él mismo siente.
II.2. Para ello, el apóstol recurre, como medicina, a la gracia de Dios: “te es suficiente mi gracia (charis), porque la potencia (dynamis) se lleva a cabo en la debilidad (astheneia)” (v. 9); una de las expresiones más logradas y definitivas de las teología de Pablo. Esa gracia le hace fuerte en la debilidad; le hace autoafirmarse, no en la destrucción, ni en la vanagloria, sino en aceptarse como lo que es, quién es, y lo que Dios le pide. Pablo construye, en síntesis, una pequeña y hermosa teología de la cruz; es como si dijera que nuestro Dios es más Dios cuanto menos arrogantemente se revela. El Dios de la cruz, que es el Dios de la debilidad frente a los poderosos, es el único Dios al que merece la pena confiarse. Esa es la mística apostólica y cristiana que Pablo confiesa en este bello pasaje. Es como cuando Jesús dice: «quien guarda su vida para sí, la perderá» (cf Mc 8,35) . Es un desafía al poderío del mundo y de los que actúan de esa manera en el seno mismo de la comunidad.
Evangelio: Marcos (6,1-6): Nazaret… nadie es profeta en su tierra
III.1. El texto del evangelio de Marcos es la versión primitiva de la presencia de Jesús en su pueblo, Nazaret, después de haber recorrido la Galilea predicando el evangelio. Allí es el hijo del carpintero, de María, se conocen a sus familiares más cercanos: ¿de dónde le viene lo que dice y lo que hace? Lucas, por su parte, ha hecho de esta escena en Nazaret el comienzo más determinante de la actividad de Jesús (cf Lc 4,14ss). Ya sabemos que el proverbio del profeta rechazado entre los suyos es propio de todas las culturas. Jesús, desde luego, no ha estudiado para rabino, no tiene autoridad (exousía) para ello, como ya se pone de manifiesto en Mc 2,21ss. Pero precisamente la autoridad de un profeta no se explica institucionalmente, sino que se reconoce en que tiene el Espíritu de Dios.
III.2. El texto habla de «sabiduría», porque precisamente la sabiduría es una de las cosas más apreciadas en el mundo bíblico. La sabiduría no se aprende, no se enseña, se vive y se trasmite como experiencia de vida. A su vez, esta misma sabiduría le lleva a decir y a hacer lo que los poderosos no pueden prohibir. En el evangelio de San Marcos este es un momento que causa una crisis en la vida de Jesús con su pueblo, porque se pone de manifiesto «la falta de fe» (apistía). No hace milagros, dice el texto de Marcos, porque aunque los hiciera no lo creerían. Sin la fe, el reino que él predicaba no puede experimentarse. En la narrativa del evangelio este es uno de los momentos de crisis de Galilea. Por ello el evangelio de hoy no es simplemente un texto que narra el paso de Jesús por su pueblo, donde se había criado. Nazaret, como en Lucas también, no representa solamente el pueblo de su niñez: es todo el pueblo de Israel que hacía mucho tiempo, siglos, que no había escuchado a un profeta. Y ahora que esto sucede, su mensaje queda en el vacío.
III.3. Sigue siendo el hijo del carpintero y de María, pero tiene el espíritu de los profetas. Efectivamente los profetas son llamados de entre el pueblo sencillo, están arrancados de sus casas, de sus oficios normales y de pronto ven que su vida debe llevar otro camino. Los suyos, los más cercanos, ni siquiera a veces los reconocen. Todo ha cambiado para ellos hasta el punto de que la misión para la que son elegidos es la más difícil que uno se pueda imaginar. Es verdad que el Jesús taumaturgo popular y exorcista es y seguirá siendo uno de los temas más debatidos sobre el Jesús histórico; probablemente ha habido excesos a la hora de presentar este aspecto de los evangelios, siendo como es una cuestión que exige atención. Pero en el caso que no ocupa del texto de Marcos no podemos negar que se quiere hacer una “crítica” (ya en aquél tiempo de las comunidades primitivas) a la corriente que considera a Jesús como un simple taumaturgo y exorcista. Es el profeta del reino de Dios que llega a la gente que lo anhelaba. En esto Jesús, como profeta, se estaba jugando su vida como los profetas del Antiguo Testamento.
Fray Miguel de Burgos Núñez
Maestro y Doctor en Teología. Licenciado en Sagrada Escritura
No hay comentarios. :
Publicar un comentario