viernes, 9 de marzo de 2018

Argumento de Montefiore para la existencia de Dios






Publicado en 11 de marzo del 2013



Monte fi el enumera once características del universo físico cuyos valores tenían que ser 'justos' para que la vida y nosotros mismos fuéramos posibles. Los detalles no están relacionados con nuestra discusión actual, pero la lista completa sirve para enfocar nuestra conciencia de cuán formidable es la variedad de evidencia. Es como sigue:


1. La distribución de gases en el universo temprano. 

2. La expansión en todas las direcciones de los gases primarios tenía que ser uniforme para dentro. 
3. El calor del universo. 
4. La masa de peso de neutrinos. 
5. La masa del universo. 
6. La masa de neutrones. 
7. El peso relativo de neutrones, protones y electrones. 
8. El equilibrio entre las fuerzas de la gravedad y el electromagnetismo. 
9. La magnitud de la fuerza nuclear fuerte 
10. La magnitud de la interacción nuclear débil. 
11. Condiciones para la producción de dióxido de carbono.


Sin la coincidencia de todas estas características, no habría habido universo ni vida en él. ¿La convergencia de todas estas propiedades tan notables hace que el caso de Dios sea abrumadoramente probable? En consecuencia, debemos considerar la posibilidad de que haya ocurrido lo que ha ocurrido en cada una de las posibles hipótesis que se ofrecen. En la formulación más simple, solo hay dos: Dios existe o él no. Si existe un Dios todopoderoso que pretendía crear un mundo como este, habría sido capaz de "arreglar" todas estas propiedades "como un paquete". Entonces podemos concluir razonablemente que la probabilidad de que tenga éxito sería virtualmente una. Luego tenemos que considerar cuál sería esa probabilidad si no hay Dios. Esto es mucho mas dificil Si no hubiera una mano directiva, parece increíble que incluso una de estas coincidencias hubiera ocurrido. La posibilidad de que once hubieran ocurrido todos simultáneamente es increíble. Incluso si algunos están vinculados para que no sean completamente independientes, la posición no se altera significativamente, la probabilidad de que las cosas sean como son es insignificante. Si tuviéramos que detenernos aquí y comparar las probabilidades, la posibilidad del universo tal como la conocemos es inconmensurablemente más plausible en la hipótesis teísta que en el escenario de ocurrencia aleatoria. Sabemos que si convertimos este cociente de probabilidad en un índice de probabilidad posterior, debemos introducir las probabilidades previas. Pero aquí se nota que la presunción previa de ateísmo tendría que ser extremadamente fuerte para contrarrestar la abrumadora evidencia al otro lado proporcionada por las probabilidades. Incluso si algunos están vinculados para que no sean completamente independientes, la posición no se altera significativamente, la probabilidad de que las cosas sean como son es insignificante. Si tuviéramos que detenernos aquí y comparar las probabilidades, la posibilidad del universo tal como la conocemos es inconmensurablemente más plausible en la hipótesis teísta que en el escenario de ocurrencia aleatoria. Sabemos que si convertimos este cociente de probabilidad en un índice de probabilidad posterior, debemos introducir las probabilidades previas. Pero aquí se nota que la presunción previa de ateísmo tendría que ser extremadamente fuerte para contrarrestar la abrumadora evidencia al otro lado proporcionada por las probabilidades. Incluso si algunos están vinculados para que no sean completamente independientes, la posición no se altera significativamente, la probabilidad de que las cosas sean como son es insignificante. Si tuviéramos que detenernos aquí y comparar las probabilidades, la posibilidad del universo tal como la conocemos es inconmensurablemente más plausible en la hipótesis teísta que en el escenario de ocurrencia aleatoria. Sabemos que si convertimos este cociente de probabilidad en un índice de probabilidad posterior, debemos introducir las probabilidades previas. Pero aquí se nota que la presunción previa de ateísmo tendría que ser extremadamente fuerte para contrarrestar la abrumadora evidencia provista por las verosimilitudes. Si tuviéramos que detenernos aquí y comparar las probabilidades, la posibilidad del universo tal como la conocemos es inconmensurablemente más plausible en la hipótesis teísta que en el escenario de ocurrencia aleatoria. Sabemos que si convertimos este cociente de probabilidad en un índice de probabilidad posterior, debemos introducir las probabilidades previas. Pero aquí se nota que la presunción previa de ateísmo tendría que ser extremadamente fuerte para contrarrestar la abrumadora evidencia provista por las verosimilitudes. Si tuviéramos que detenernos aquí y comparar las probabilidades, la posibilidad del universo tal como la conocemos es inconmensurablemente más plausible en la hipótesis teísta que en el escenario de ocurrencia aleatoria. Sabemos que si convertimos este cociente de probabilidad en un índice de probabilidad posterior, debemos introducir las probabilidades previas. Pero aquí se nota que la presunción previa de ateísmo tendría que ser extremadamente fuerte para contrarrestar la abrumadora evidencia al otro lado proporcionada por las probabilidades.

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