Vicente Montesinos
Muchos de nosotros tenemos enorme devoción a San Josemaría Escrivá. Por su obra (escrita, que nos ha acompañado desde la más tierna infancia) y por su Obra (a la que aunque no hayamos pertenecido; siempre hemos visto con admiración por su ingente tarea desarrollada en todo el mundo, sin la que no se entendería la vida de la Iglesia en el último tercio del siglo XX). Y es que no ha sido nimia la gran tarea del Opus Dei de favorecer la santificación del hombre y la mujer en la vida ordinaria, desde un respeto a la tradición y a la sana doctrina de la Iglesia, un amor a la liturgia bien cuidada digno de admiración después del Vaticano II, y un intenso programa de formación y oración para los fieles católicos.
Y es que no ha sido nimia la gran tarea del Opus Dei de favorecer la santificación del hombre y la mujer en la vida ordinaria, desde un respeto a la tradición y a la sana doctrina de la Iglesia, un amor a la liturgia bien cuidada digno de admiración después del Vaticano II, y un intenso programa de formación y oración para los fieles católicos.
Muchos de nosotros, con decenas de años de participación diaria en la vida eclesial, en sus más diversas formas y compromisos; fuimos acercándonos cada vez más a la obra; buscando refugio espiritual, doctrinal y litúrgico ante la exacerbación de lo peor del Vaticano II dentro de las distintas realidades eclesiales, en lo que yo vengo en llamar el Vaticano III, imaginario concilio convocado, celebrado y aplicado por Francisco desde que ocupa la silla de Pedro.
No se si muchos de nosotros, pero mi familia sí; hemos encontrado gente con alta preparación doctrinal en el Opus Dei; mucha formación, un modo de vida personal y familiar ejemplar, y una admirable fidelidad a la Iglesia.
No se si muchos de nosotros, pero mi familia sí; hemos encontrado dos laicos consagrados que nos han atendido con cariño, de acuerdo a las formas de organización de la obra, y nos han tendido puentes y recursos formativos de manera generosa y cariñosa.
No se si muchos de nosotros, pero mi familia sí hemos encontrado a grandes sacerdotes en la obra; de los de sotana, rosario en mano, comunión de rodillas y en la boca, confesión de las de toda la vida, constante oración ante el sagrario, y acompañamiento exquisito a las personas y familias.
No se si muchos de nosotros, pero mi familia sí; hemos encontrado un sacerdote concreto, al que estaremos eternamente agradecidos, por su acogida, su cariño, su fidelidad y recta conducta, su ayuda, y su orientación; hasta el punto de confiarle con agrado nuestra Dirección Espiritual y hasta el bautismo de nuestros hijos. Le mandaré este artículo; y puede que le duela, por los interrogantes que voy a hacerme a continuación; y si ello fuera así; ya de antemano le pido disculpas. Sabe bien, querido Don…, que mi intención con este artículo es buena; aunque pueda equivocarme; y que aunque usted siempre me aconsejó la prudencia y acordarme de los Hijos de Noé, humildemente, y puede que equivocadamente, creo que Nuestra Iglesia necesita ya de voces valientes que ayuden a que algo, de lo necesario, pueda cambiar, por nuestro profundo sentimiento CATÓLICO. Le queremos, Don… .
No se muchos de nosotros, pero mi familia sí, estábamos convencidos de haber hallado en la Obra la vocación especifica desde la que el Señor nos pedía apoyar el resto de nuestra vida personal y espiritual, y de compromisos con la Iglesia… Y sin embargo, desgraciadamente, puedo afirmar que, en estos momentos, esa vía esta en suspenso; porque las dudas y los interrogantes son muchos (y con los que no quiero apabullar a este sacerdote, que bastante tiene); tras un serio y prolongado período de discernimiento, lectura, búsqueda, observación e investigación (y en este momento hablo sólo en mi nombre, y exclusivamente en mi nombre).
Y la pregunta que me surge después de todo este tiempo es… ¿Qué pasa en el Opus Dei?
Y para no aburrirles; y darles un rato de despeje mental; dejo el análisis de ello para la segunda y última entrega de este artículo en dos capítulos, en cuya primera parte he querido introducirles desde que situación personal y conocimiento llego a los interrogantes que en la segunda parte vamos a intentar dilucidar. Les aconsejo esperar a la segunda parte para realizar sus comentarios al artículo en su conjunto, que recibiré, como siempre, con mucho agrado.
Siguiendo con la primera parte de mi artículo, nos habíamos quedado en la siguiente cuestión. ¿Qué pasa en el Opus Dei?
Ya hace más de dos años leí una entrevista al Vicario General de la Obra; Mario Fazio, al que un medio como El País estaba encantado de entrevistar; y donde él parecía encantado de ser entrevistado, y, de paso, de haberse conocido. Todavía vivía Monseñor Echevarría; pero ya era evidente que Bergoglio había comenzado el encumbramiento de Fazio, ese amigo “con el Francisco se tutea”; número 2 de la obra; y que tras Ocáriz, Dios quiera que dentro de mucho tiempo, y si el mismo Señor no lo remedia, pasará a ser Prelado.
En dicha entrevista yo leí preocupado, y resistiéndome a darle importancia, cierta cosas manifestadas por el medio como que “El intento del Opus Dei por sintonizar con la onda renovadora del papa Francisco se llama Mariano Fazio“. Y con más preocupación leí ciertas respuestas de Fazio, como que, y por sólo mencionar algunas:
“El papa Francisco ha introducido oxígeno a la Iglesia, que salía de un periodo complicado. Transmite la esencialidad del Evangelio. El oxígeno en gran parte se debe a la coherencia del papa Francisco, que hace lo que dice“
“Espero que lo que se está dando en el papado se repita en todos los ámbitos de la Iglesia, que esto no se quede como algo propio de un estilo Francisco“
“Ahora Francisco está yendo más al corazón…”
A la pregunta de ¿Cómo se ven desde el Opus gestos de Francisco como casar a una madre soltera o recibir a un transexual…?, respondía: “Creo que está siguiendo el ejemplo de Jesucristo que vino a salvar a todos, pero en particular a los enfermos, a los pecadores… Todos somos pecadores. Me parece que no solo es bueno sino que es necesario. Yo no solo no condeno sino que aplaudo”
A la pregunta sobre la frase de Bergoglio de “quién soy yo para juzgar a los gais”, manifestó que “Está en plena coherencia con lo que dice San Pablo: solo Dios juzga. Esa frase no implica relativismo, sino respeto total y absoluto por cada persona”
Entenderán que el cuerpo se me quedara algo descompuesto tras dicha entrevista.
Falleció Echevarría, Fazio siguió acaparando protagonismo; y Francisco siguió con su plan de acabar con el Opus de San Josemaría desde dentro; y con Fazio como Caballo de Troya.
Todos saben a que me refiero, y a como el Opus ha dejado de ser el Opus que conocimos. Ni un atisbo de duda o crítica hacia lo criticable del Papa que esté fuera de una declaración ex-cathedra… Ni una palabra ante barbaridades tales como aquella de que las mujeres que tienen muchos hijos paren como conejas, con el dolor que supuso eso para tantas familias de la Obra… Ninguna declaración de ningún responsable de la Obra más allá de justificaciones infumables.
El colmo de la etapa Fazio llegó en septiembre de 2017, cuando el amigo y compatriota del Papa censuró y desautorizó con inusitada dureza (lo hizo él, y no el Prelado) a miembros del Opus Dei que firmaron la necesaria y valiente “correctio filialis” y les acusó de “escandalizar a toda la Iglesia con manifestaciones de desunión”. El asunto fue, desde mi punto de vista, lamentable y escandaloso, por muchas razones, que ya conocen, y en las que no es necesario ahora extenderse.
En fin; todos pueden ver de que males adolece hoy el Opus Dei y que es lo que están sufriendo muchos miembros, colaboradores, fieles y simpatizantes de la obra, absolutamente abandonados en su fe por un Papa a la deriva en doctrina, y con el apéndice del Papa dentro de la Obra cercenando lo que siempre fue su modo de vivir la absoluta fidelidad al Magisterio bimilenario, la Sana Doctrina, la Tradición y las Sagradas Escrituras.
Lo que le pasa es que ha escondido las tres campanadas proféticas de San Josemaría Escrivá, donde el gran santo de Barbastro diagnosticó de forma clarividente los males que afligían y los que iban a afligir a la Iglesia; dando los oportunos remedios y soluciones, de los que la Obra, y toda la Iglesia, no ha hecho más que huir en dirección contraria
¿Qué le pasa al Opus Dei? Pues vamos a ser claros. Lo que le pasa es que ha escondido las tres campanadas proféticas de San Josemaría Escrivá, donde el gran santo de Barbastro diagnosticó de forma clarividente los males que afligían y los que iban a afligir a la Iglesia; dando los oportunos remedios y soluciones, de los que la Obra, y toda la Iglesia, no ha hecho más que huir en dirección contraria. Y ahora, que eso males son mucho más graves, y dichas Campanadas y sus recetas, necesarísimas, el Opus no desentierra las mismas, sino todo lo contrario; echa, con su increíble Bergoglismo, más capas de tierra sobre las tres finadas. Creo, tras mucho meditarlo, que esta traición al fundador es el resumen de todos los problemas. A partir de ahí; todos los que quieran, por ejemplo:
Sonrojante papismo, rayante en papolatría hacia un pontífice que encarna todos los valores doctrinales contrarios a los de San Josemaría.
Cierre de ojos a la dramática situación que está atravesando la Iglesia, aceptando acríticamente todo lo que viene de Roma, por nefasto que sea. Evidentemente hay que estar con el Papa, pero en la medida, y sólo en ella, en que el Papa esté con la Iglesia. De eso sabía mucho uno de los más grandes católicos de la Historia: San Josemaría.
Incapacidad de entusiasmar a tantos católicos tradicionales que fuimos acercándonos a la obra, buscando refugio espiritual, doctrinal y litúrgico ante la exacerbación de lo peor del Vaticano II. Muchos hemos buscado lo tradicional en la Obra y lo que la Obra nos muestra es una versión disimulada del modernismo del que huíamos. Con el agravante de que atrayendo al resto fiel y tradicional, y no actuándose conforme a él; a ese grupo se le desactiva y adormece para la batalla.
En fin. Mis amados padres y hermanos de la obra. ¿Porque no hacen publicas las Tres Campanadas, que son patrimonio de la Iglesia Universal, cuando ya denunciaban de forma profética lo que hoy estamos viviendo en la Iglesia Catolica? ¿Porque no buscar en ellas el remedio a las “conejas”, los “Luteros testigos del Evangelio”, los “Amores de Leticia” y tantas otras cosas; en vez de ayudar, con el silencio, a que sigan implementándose estas herejías en una Iglesia a la deriva? ¿Porque no preguntarse que habría hecho San Josemaría en estos casos?
Pues San Josemaría hubiera sido claro. No les quepa la menor duda; porque con él no había doble lenguaje, ni ambigüedades. Iba al grano; y con él y su obra siempre encontrábamos claridad, confirmación en la fe y certeza evangélica. ¿Porqué lleva tanto tiempo el Opus mirando hacia el otro lado, y más aún desde que llegó Bergoglio a Roma, ascendió Fazio y fue nombrado Prelado Ocariz? ¿Habría San Josemaría contemporizado con la mentira? ¿Su prudencia le habría llevado a permitir la herejía? No. Saben que no, queridos hermanos.
¿Porqué lleva tanto tiempo el Opus mirando hacia el otro lado, y más aún desde que llegó Bergoglio a Roma, ascendió Fazio y fue nombrado Prelado Ocariz? ¿Habría San Josemaría contemporizado con la mentira? ¿Su prudencia le habría llevado a permitir la herejía? No. Saben que no, queridos hermanos.
Y en otro orden de cosas, me pregunto. ¿Porque el prelado todavía no es obispo, a diferencia de Echevarría, que fue nombrado casi inmediatamente? ¿Es que debo pensar que aún ha de tragar con más cosas el Opus Dei para ello?
La “misericorditis” de este papado además ha conseguido dividir el Opus Dei entre los fieles seguidores de San Josemaría y los “faziosos”. Así de triste. Y la lucha está siendo fuerte. Doy fe porque ahora estoy en contacto con mucha gente de la obra más allá de la gente de los Centros de mi Diócesis.
¿Qué pueden tener que ver ahora un valiente Aberasturi o un Livieres; con un Boo o un Arregui, portavoz de Torreciudad y amigo del antinatalista Sanchez Sorondo, denunciado ya por el gran Sanahuja; como bien se ha preguntado en más de una ocasión Echenique? ¿Y con el ínclito Obispo de Tarragona, sobre el que no voy a hacer ningún comentario?
¿Qué pasa con el Opus Dei? ¿Hacia donde va? Me pregunto esto con gran tribulación. Podría estar escribiendo, casi sin dolor, y anestesiado, de los jesuitas, de los maristas, o de tantas realidades eclesiales de su cuerda, a las que doy por perdidas; y de las que poco espero… Pero hacerlo del Opus me duele… Por San Josemaría… Por su Obra… Por los fieles “fieles” (tantos)… Por las Campanadas enterradas… Por la Iglesia… Por el futuro…
En espera de que Dios ayude, si es su voluntad, a que esto, como todo lo demás, se reconduzca…. sigamos ofreciendo oración, penitencia y mortificación.
Porque hasta el cielo no paramos.
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