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He dedicado un tiempo para estar a solas con Jesús. Hoy le hice esta pregunta a los pies de la Cruz:
“¿Qué te duele más mi buen Jesús, de nosotros? ¿Cómo podemos aliviar tu sufrimiento? ¿Cómo consolarte?”
Al contemplarlo en la Cruz descubres su enorme sufrimiento por redimirnos.
En su Cruz encuentras el Amor, la pureza, la Ternura.
Yo quería decirle que le quiero, que lo sepa, que estoy para Él.
Llevo días haciéndole la misma pregunta a los pies de la cruz. Contemplando su dolor, la humildad con que aceptó la voluntad de su Padre, por amor a nosotros. Hoy encontré la respuesta a mi inquietud, de la forma más inesperada que puedas imaginar. Creo que te había comentado que pasaría estos días leyendo el Diario de santa Faustina, sobre la Divina Misericordia.
Abrí el libro…
No podía creerlo. ¡Allí estaba! Me llenó el alma de una gran tristeza.
Le prometí poner de mi parte para enmendar estos errores. No pude menos que decirle:
“Perdónanos Jesús”.
Te dejo con el fragmento del Diario de Santa Faustina, para que comprendas.
“Jesús se quejó conmigo con estas palabras: La desconfianza de las almas desgarra Mis entrañas. Aún más Me duele la desconfianza de las almas elegidas; a pesar de Mi amor inagotable no confían en Mí. Ni siquiera Mi muerte ha sido suficiente para ellas. ¡Ay de las almas que abusen de ella!”
“Has de saber, oh alma, que todos tus pecados no han herido tan dolorosamente Mi corazón como tu actual desconfianza. Después de tantos esfuerzos de Mi amor y Mi misericordia no te fías de Mi bondad”.
“A cambio de los beneficios recibo la ingratitud; a cambio del amor obtengo el olvido y la indiferencia. Mi Corazón no puede soportarlo”.
“Oh, cuánto Me duele que muy rara vez las almas se unan a Mi en la Santa Comunión. Espero a las almas y ellas son indiferentes a Mí. Las amo con tanta ternura y sinceridad y ellas desconfían de Mí. Deseo colmarlas de gracias y ellas no quieren aceptarlas. Me tratan como una cosa muerta, mientras que Mi Corazón está lleno de Amor y Misericordia”.
Pienso aprovechar estos días santos para acompañarlo, que sepa que le queremos, que valoramos su Sacrificio. Cómo ser indiferentes ante tan gran Amor. Es la hora para demostrarle al Amor de los Amores que no está solo, que lo amamos, que puede contar con nosotros.
“Te amo Jesús. Te lo repetiré una y mil veces en estos días santos”.
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