¡Mi vida católica!
La autoridad de Dios
28 de noviembre de 2022
Lunes de la primera semana de Adviento
Lecturas para hoy
“Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solo di la palabra y mi siervo sanará. Porque yo también soy un hombre sujeto a la autoridad, con soldados sujetos a mí. Y le digo a uno: 'Ve', y va; ya otro: 'Ven aquí', y viene; y a mi esclavo: 'Haz esto', y lo hace”. Mateo 8:8–9
Estas son palabras pronunciadas por un hombre que está muy familiarizado con el ejercicio de la autoridad. Es un centurión romano y afirma que él mismo es “un hombre sujeto a la autoridad” y que también tiene soldados que están sujetos a él. Así, su vida diaria consiste en seguir órdenes y dar órdenes que deben ser obedecidas.
Cuando la autoridad se ejerce adecuadamente, es un don que ayuda a ordenar la sociedad, la vida familiar, la vida de la Iglesia e incluso nuestra vida personal. Por supuesto, cuando la autoridad se ejerce indebidamente, de manera opresiva y abusiva, causa mucho daño. Pero el ejercicio de la autoridad es, en sí mismo, un acto que tiene el potencial de hacer mucho bien.
Jesús mismo está bastante impresionado con el centurión romano en el pasaje del Evangelio citado anteriormente. De él, Jesús dice: “En verdad os digo que en nadie en Israel he hallado tanta fe”. ¡Imagina que el Hijo de Dios diga eso de ti! Jesús está impresionado, en parte, porque el centurión reconoce que no es digno de que Jesús vaya a su casa. Esto es humildad, en que el centurión percibe claramente su indignidad. Pero Jesús también queda impresionado porque el hombre manifiesta una fe clara y cierta en la autoridad de Jesús para curar a su siervo a distancia. No duda en profesar su fe en esta autoridad de nuestro Señor.
En nuestras propias vidas, a menudo nos falta esta área. Nos enfrentamos a una dificultad (como la enfermedad que padecía el criado de este centurión), y en lugar de volvernos a Dios con confianza plena e inquebrantable, nos volvemos hacia nosotros mismos. Nos volvemos ansiosos, temerosos, dudosos, confundidos y, a veces, incluso enojados. Cuando alguna de estas cualidades está presente, no es por la difícil situación que enfrentamos; más bien, es por nuestra falta de fe y nuestra falta de confianza en la autoridad todopoderosa de nuestro Señor.
En el caso del siervo del centurión romano, era la voluntad de Dios que Jesús sanara físicamente, y así lo hizo. Pero en los innumerables desafíos diarios que enfrentamos en la vida, las respuestas de Dios pueden ser variadas. Una cualidad inquebrantable que siempre debemos tener es una cierta convicción de que Dios desea ejercer Su autoridad amorosa en nuestras vidas, en la forma que Él elige, si confiamos en Él y lo invitamos a tomar el control.
Reflexiona, hoy, sobre la perfección de la autoridad de Cristo. ¿Crees que Él puede ejercer Su perfección de poder en tu vida? ¿Crees que Su autoridad es la que se necesita para ordenar tu vida, tu familia, nuestra Iglesia e incluso nuestro mundo? En oración, sométete a la autoridad de Cristo este día y permítete asombrarte al ser testigo de todo lo que Él es capaz de hacer.
Padre todopoderoso, te confío mi vida y cada situación en mi vida que necesita tu poder y control. Por favor trae orden y armonía a mi vida y a la vida de los que me rodean. Que todos Tus hijos aprendan a confiarse más plenamente a Ti como su Dios amoroso. Jesús, en Ti confío.
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