Martes semana dieciocho Tiempo Ordinario (2 agosto, Virgen de los Ángeles)
De Corazón a corazón: Jer 30,1-2.12-15.18-22 (“Me apiadaré… Vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”); Mt 14,22-36 (“Soy yo… ven… ¿por qué dudaste?”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Los discípulos, en medio del mar, confundieron a Jesús con un fantasma. Pero el Señor siempre acompaña haciéndose presente: “Soy yo”. Para salir de las propias pesadillas y espejismos, hay que escuchar su voz (“ven”) y seguirle confiando en él. Apoyarse sólo en las propias fuerzas equivale a hundirse en el caos de la autosuficiencia o del escrúpulo. Dios nos ama tal como somos, queriendo compartir con nosotros su intimidad y su misma vida.
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: Quienes encontraron a Jesús, captaron su bondad y cercanía: “Si quieres, puedes curarme”, “el que amas está enfermo”, “tú sabes que te amo”. Todo es en armonía con la plegaria mariana: “Ha mirado la nada de su esclava… su misericordia” (Lc 1,48.50)1
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