Miércoles semana segunda de Pascua (27 abril, Virgen de Montserrat)
De Corazón a corazón: Hch 5,17-26 (“Id y decid al pueblo todo lo referente a esta nueva vida”); Jn 3,16-21 (“Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único”)
Contemplación, vivencia, fraternidad, misión: Dios lo dirige todo (con amor paterno y materno) para el bien de todos sus hijos. Quien se ha dejado conquistar por el amor de Cristo, ya no puede prescindir de él. En Jesús, desde la Encarnación hasta la cruz, todo es epifanía personal de Dios Amor. Con esta perspectiva, la creación y la historia se insertan en un designio de amor. Es la “nueva vida”. Dios se nos da él mismo en sus dones. Las expresiones pasan, como las flores que se marchitan. Son “mensajeros, que no saben decirme lo que quiero” (S. Juan de la Cruz). La Palabra amorosa de Dios (que es Jesús) ya no pasa. Dicen que muchos se alejan de la fe, pero quien ha encontrado a Cristo de verdad, no se va.
*Con María la Iglesia camina en comunión, abierta a las sorpresas del Espíritu Santo: El “misterio” de Cristo abre sus secretos a quien se une al “sí” de María. “A partir del «fiat» de la humilde Esclava del Señor, la humanidad comienza su retorno a Dios” (Pablo VI, MC 28). “Fue allí donde la historia dio un giro. Dios cambió la historia llamando a la puerta del Corazón de María” (Papa Francisco, 25 marzo 2022).
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