PARA TENER EL ESPÍRITU DE ORACIÓN Y DEVOCIÓN
Pensamiento bíblico:
«Cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abba, Padre!". Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios» (Gál 4,4-7).
Pensamiento franciscano:
Comienza así el Testamento de san Francisco: -El Señor me dio de esta manera a mí, hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia: porque, como estaba en pecados, me parecía extremadamente amargo ver a los leprosos. Y el Señor mismo me condujo entre ellos, y practiqué la misericordia con ellos. Y al apartarme de los mismos, aquello que me parecía amargo, se me convirtió en dulzura del alma y del cuerpo; y después me detuve un poco, y salí del siglo (Test 1-3).
Orar con la Iglesia:
Oremos a Dios Padre que, en Jesucristo, su Hijo, nos ha amado hasta el extremo.
-Por la Iglesia, cuerpo de Cristo: para que guarde la unidad en la caridad que quiso para ella Jesucristo, y así el mundo crea.
-Por todos los que ejercen algún ministerio en la iglesia: para que su vida sea siempre, a imagen de Cristo, servicio y entrega a sus hermanos.
-Por los que tienen autoridad y responsabilidad en la vida pública: para que sirvan a sus pueblos promoviendo la justicia y la paz.
-Por los que participamos en la Cena del Señor: para que vivamos la urgencia del mandamiento nuevo de amar a todos como Él nos ha amado.
Oración: Señor, Padre nuestro, que has amado tanto al mundo que entregaste a tu Hijo a la muerte por nosotros, escucha nuestras súplicas y haz que su sacrificio fructifique en nuestros corazones. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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