Reflexiones diarias católicas
¡Mi vida católica!
Cristianos auténticos
3 de diciembre de 2020
Jueves de la primera semana de Adviento
Lecturas de hoy
San Francisco Javier, sacerdote — Memorial
“No todo el que me dice: 'Señor, Señor' entrará en el Reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21
Da miedo pensar en aquellos de los que habla Jesús. Imagínese llegar ante el trono de Dios al pasar de esta vida terrenal y clamarle: "¡Señor, Señor!" Y esperas que Él te sonríe y te dé la bienvenida, pero en cambio te encuentras cara a cara con la realidad de tu constante y obstinada desobediencia a la voluntad de Dios a lo largo de tu vida. De repente te das cuenta de que actuaste como si fueras cristiano, pero fue solo un acto. Y ahora, en el día del juicio, la verdad se manifiesta para que usted y todos la vean. Un escenario realmente aterrador.
¿A quién le pasará esto? Por supuesto, solo nuestro Señor lo sabe. Él es el único Juez Justo. Él y solo Él conoce el corazón de una persona, y el juicio se deja solo a Él. Pero el hecho de que Jesús nos haya dicho que “no todos” que esperan entrar al cielo entrarán debe llamar nuestra atención.
Idealmente, nuestras vidas están dirigidas por un amor profundo y puro de Dios, y es este amor y solo este amor el que dirige nuestras vidas. Pero cuando un amor puro de Dios no está claramente presente, entonces la mejor alternativa puede ser un temor santo. Las palabras pronunciadas por Jesús deberían evocar este “santo temor” dentro de cada uno de nosotros.
Por “santo” queremos decir que existe un cierto miedo que puede motivarnos a cambiar nuestra vida de una manera auténtica. Es posible que engañemos a los demás, y tal vez incluso nos engañemos a nosotros mismos, pero no podemos engañar a Dios. Dios ve y conoce todas las cosas, y conoce la respuesta a la única pregunta que importa en el día del juicio: "¿Cumplí la voluntad del Padre Celestial?"
Una práctica común, recomendada una y otra vez por San Ignacio de Loyola, es considerar todas nuestras decisiones y acciones actuales desde el punto de vista del día del juicio. ¿Qué desearía haber hecho en ese momento? La respuesta a esa pregunta es de importancia fundamental para la forma en que vivimos nuestras vidas hoy.
Reflexione hoy sobre esa importante pregunta en su propia vida. "¿Estoy cumpliendo la voluntad del Padre Celestial?" ¿Qué desearía haber hecho, aquí y ahora, mientras estoy ante el tribunal de Cristo? Independientemente de lo que le venga a la mente, dedique tiempo a eso y esfuércese por profundizar en su resolución hacia lo que Dios le revele. No lo dudes. No esperes. ¡Prepárate ahora para que el día del Juicio sea también un día de gran gozo y gloria!
Mi Dios salvador, oro para tener una idea de mi vida. Ayúdame a ver mi vida y todas mis acciones a la luz de Tu voluntad y Tu verdad. Mi amado Padre, deseo vivir plenamente de acuerdo con Tu perfecta voluntad. Dame la gracia que necesito para enmendar mi vida para que el día del juicio sea un día de la mayor gloria. Jesús, en Ti confío.
¡Mi vida católica!
Cristianos auténticos
3 de diciembre de 2020
Jueves de la primera semana de Adviento
Lecturas de hoy
San Francisco Javier, sacerdote — Memorial
“No todo el que me dice: 'Señor, Señor' entrará en el Reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Mateo 7:21
Da miedo pensar en aquellos de los que habla Jesús. Imagínese llegar ante el trono de Dios al pasar de esta vida terrenal y clamarle: "¡Señor, Señor!" Y esperas que Él te sonríe y te dé la bienvenida, pero en cambio te encuentras cara a cara con la realidad de tu constante y obstinada desobediencia a la voluntad de Dios a lo largo de tu vida. De repente te das cuenta de que actuaste como si fueras cristiano, pero fue solo un acto. Y ahora, en el día del juicio, la verdad se manifiesta para que usted y todos la vean. Un escenario realmente aterrador.
¿A quién le pasará esto? Por supuesto, solo nuestro Señor lo sabe. Él es el único Juez Justo. Él y solo Él conoce el corazón de una persona, y el juicio se deja solo a Él. Pero el hecho de que Jesús nos haya dicho que “no todos” que esperan entrar al cielo entrarán debe llamar nuestra atención.
Idealmente, nuestras vidas están dirigidas por un amor profundo y puro de Dios, y es este amor y solo este amor el que dirige nuestras vidas. Pero cuando un amor puro de Dios no está claramente presente, entonces la mejor alternativa puede ser un temor santo. Las palabras pronunciadas por Jesús deberían evocar este “santo temor” dentro de cada uno de nosotros.
Por “santo” queremos decir que existe un cierto miedo que puede motivarnos a cambiar nuestra vida de una manera auténtica. Es posible que engañemos a los demás, y tal vez incluso nos engañemos a nosotros mismos, pero no podemos engañar a Dios. Dios ve y conoce todas las cosas, y conoce la respuesta a la única pregunta que importa en el día del juicio: "¿Cumplí la voluntad del Padre Celestial?"
Una práctica común, recomendada una y otra vez por San Ignacio de Loyola, es considerar todas nuestras decisiones y acciones actuales desde el punto de vista del día del juicio. ¿Qué desearía haber hecho en ese momento? La respuesta a esa pregunta es de importancia fundamental para la forma en que vivimos nuestras vidas hoy.
Reflexione hoy sobre esa importante pregunta en su propia vida. "¿Estoy cumpliendo la voluntad del Padre Celestial?" ¿Qué desearía haber hecho, aquí y ahora, mientras estoy ante el tribunal de Cristo? Independientemente de lo que le venga a la mente, dedique tiempo a eso y esfuércese por profundizar en su resolución hacia lo que Dios le revele. No lo dudes. No esperes. ¡Prepárate ahora para que el día del Juicio sea también un día de gran gozo y gloria!
Mi Dios salvador, oro para tener una idea de mi vida. Ayúdame a ver mi vida y todas mis acciones a la luz de Tu voluntad y Tu verdad. Mi amado Padre, deseo vivir plenamente de acuerdo con Tu perfecta voluntad. Dame la gracia que necesito para enmendar mi vida para que el día del juicio sea un día de la mayor gloria. Jesús, en Ti confío.
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